Elena abrió los ojos, luego de aquella fantástica noche su cuerpo estaba dolorido, llevó la mirada al costado, estaba sola, cerró los ojos con fuerza y exhalo.
«Tan mal estuvo como para que Leonardo decidiera salir huyendo», pensó mientras se cruzaba de brazos.
Elena se sintió triste, era su primera vez y la experiencia en la cama era nula; de repente la puerta se abrió, Leonardo ingresó sosteniendo una bandeja en la mano, el rostro de Elena cambió de inmediato.
—Buenos días hermosa, he traído tu desayuno a la cama, lo mereces todo y quisiera hacerte sentir lo importante que eres para mí —Leonardo ajusto la puerta y fue directo a ella.
Elena cerró los ojos y le brindó un cálido beso, Leonardo tomó el cubierto y le brindó un cubo de fruta, se sentó en el borde de la cama y conectó la mirada con la de ella.
—Gracias por dármelo todo —espetó Leonardo.
—Las gracias te las doy a ti, fue una noche espectacular, me hiciste sentir viva fue mejor de lo que imaginé, no solo pensaste en ti,