43. Es el monstruo.
Maryam estaba tan molesta y enojada que no tardó en marcharse, además debía pensar que hacer porque lo que estaba claro era que ella no podía perder a sus hijos y temía que si Darío se enteraba se los quitara, la madre era lo de menos o lo que ella le dijera, pero en el estado de nervioso en el que se encontraba no podía seguir allí.
Así que tras cambiarse emprendió el camino a casa pensando en que podía hacer y cómo podía salvarse de eso que la acechaba, de ese futuro inminente del que le sería muy difícil huir.
Pero a pesar de la preocupación que llevaba encima, no fue nada comparable con el espectáculo que encontró cuando llegó a casa.
Al principio le costó muchísimo reaccionar al ver a su hermana con la cara cubierta de sangre, pero tras pestañear un par de veces, al cabo de unos pocos segundos corrió hacia ella.
— ¿Qué te sucedió? ¿Estás bien?— preguntó muy asustada, buscando heridas en su rostro aunque sus manos fueron detenidas por las manos de su hermana antes de que le tocara