Aidan
Termino los últimos correos, reviso algunos informes y confirmo las reuniones de mañana. La oficina está en silencio, con los sonidos lejanos de la ciudad de fondo. Suspiro al enviar el último, cerrando mentalmente por hoy.
Salgo de mi oficina y me dirijo al ascensor. Presiono el botón mientras mi mente da vueltas. Ese maldito beso. Esa maldita noche. No puedo sacarlo de mi cabeza. Cada vez que lo recuerdo, una nueva oleada de tensión me recorre el cuerpo.
Sé que ella lo sabe.
Sé que ahora soy su jefe, y no se supone que esto deba ser así.
¿Y si dice algo?
¿Y si está enojada?
¿Y si intenta convertirlo en un problema? Es tan fácil imaginarla entrando a Recursos Humanos, contando que se acostó conmigo, y el escándalo que eso traería. Podría destruirlo todo: mi reputación, el hotel, la imagen de la empresa.
Pero entonces me detengo.
Brooklyn no es así.
Ella no estaba buscando trabajo aquí cuando estuvimos juntos.
Dormimos juntos antes de que empezara a trabajar en el hotel.
Respiro