El juego de Claudia

La habitación de Claudia, en la mansión de Logan, parecía recién salida de un huracán. El piso de mármol estaba cubierto por los fragmentos brillantes de un jarrón de cristal estrellado contra la pared. Cojines de terciopelo desgarrados, un espejo hecho añicos yacen esparcidos como testigos mudos de una rabia sin freno. El aroma denso de un perfume caro, aún flotando en el aire, competía con el olor metálico del resentimiento.

Claudia estaba de pie en medio del caos, con el rostro enrojecido, los ojos inyectados de furia y el cabello revuelto como si hubiera pasado por una tormenta. Temblaba. No de miedo. De pura, cruda y venenosa ira.

El rechazo brutal de Logan, cuando la había echado de su ático la noche anterior, aún ardía en su orgullo. Ni siquiera le gritó. Solo la miró con esa frialdad helada, como si le repugnara tocarla. Pero lo que verdaderamente le hizo perder el control fue la llamada de Mateo esa mañana.

Su voz seguía martillándole los oídos, untada en d