Capítulo seis. Entre el deseo y el miedo
La mañana siguiente, Ariadna se despertó con el sonido del mar golpeando contra los acantilados. Se vistió deprisa y decidió que necesitaba despejar la mente antes de enfrentarse a Andreas. Caminó por los jardines hasta llegar al embarcadero privado de la villa. El aire fresco la envolvía, y por un instante se permitió creer que aún podía mantener las cosas bajo control.
No lo sabía, pero Andreas ya la observaba desde la distancia. Había salido temprano a revisar las embarcaciones y se detuvo al verla tan cerca del agua, con el viento jugueteando en su cabello.
—Madrugar no suele ser algo que la gente disfrute durante unas vacaciones —comentó él con esa voz grave que siempre lograba erizarle la piel.
Ariadna se volvió sorprendida.
—No estoy de vacaciones —respondió, cruzándose de brazos—. Estoy trabajando.
Andreas sonrió apenas, con esa ironía tan suya.
—¿Siempre trabaja tan temprano?
—¿Siempre interroga a la gente que intenta disfrutar de un m