Capítulo veintitrés. Lo que no le he contado a nadie.
Era un día perfecto para navegar.
Olivia llevaba el pelo sujeto en una trenza, camiseta roja, pantalón corto blanco y zapatillas con suela de goma para no resbalar sobre la cubierta.
Poniendo las manos a modo de pantalla sobre los ojos, miró alrededor. A la izquierda estaba la isla, todo lo demás era mar.
A lo lejos, las nubes se acumulaban amenazadoramente en el horizonte, pero por el momento hacía un día maravillosamente soleado.
Sonriendo, se volvió para mirar a Gael. Parecía como en su casa sujetando el timón, sus ojos azules concentrados en el mar. Y se preguntó si habría alguna ocasión en la que Gael Rutherford no pareciese estar al mando.
No, seguramente no.
No obstante, en aquel clima tropical, los vaqueros negros y la camiseta del mismo color le daban un aspecto más peligroso del habitual. Y eso era decir mucho.
Respirando profundamente, Olivia aprovechó la oportunidad para observarlo. De espaldas