Capítulo dieciocho. En la boca del lobo.
La mañana siguiente amaneció sofocante, no por el clima de Atenas, sino por la tensión que se respiraba en la villa Konstantinos. Andreas había pasado la noche en vela, vigilando cada llamada, cada correo, cada noticia. Ariadna lo sabía: aunque fingía calma, estaba preparándose para un ataque.
Y el ataque llegó.
A media mañana, los teléfonos comenzaron a sonar sin descanso. El rostro de Andreas apareció en todos los noticieros, pero no estaba solo. A su lado, en una serie de imágenes filtradas, estaba ella.
Ariadna López.
Fotos de cuando recién había empezado a trabajar en la empresa, saliendo de reuniones privadas con Andreas, acompañadas de titulares venenosos:
"La amante que trepó hasta la cima."
"Ariadna López, la verdadera estratega tras los negocios turbios de Konstantinos."
"De recepcionista a cómplice: la mujer que guarda los secretos más oscuros del imperio griego."
Ariadna sintió cómo la sangre se le helaba en las venas.
—Dios mío… —s