Capítulo 74

—¿Quién dijo eso? —gruñó—. Solo te lastimaste la mano.

Los labios de Maya temblaron.

—S-Señor Brook… estás borracho… —murmuró, intentando apartar la mano que le aprisionaba la mandíbula.

Se giró para escapar, pero antes de avanzar siquiera un paso, Alexander la tomó por la nuca.

La empujó hacia la cama.

—¡Ah! —Maya cayó boca abajo. Su rostro se hundió contra la almohada—. ¡Mm!

Intentó luchar, pero la fuerza que tuvo que ejercer la dejó sin aire y sin fuerzas.

Alexander mantenía su nuca firmemente sujeta mientras la inmovilizaba con su cuerpo.

Sus labios rozaron la oreja de Maya cuando habló con un tono bajo, ronco y mortal:

—Te lo dije: resistirte no sirve de nada.

Maya sintió cómo el pánico la desbordaba.

Y entonces llegó un dolor agudo en su hombro.

—¡Mm!— tembló al sentir cómo Alexander mordía su piel.

Parecía que iba a arrancarle un trozo de carne.

Pero de pronto él la soltó.

Maya jadeó con fuerza, liberando el aire que había quedado atrapado en su pecho.

Alexander estaba a punto
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