63. Bendecida por la oscuridad
La noche en la manada de Fuego era espesa. El cielo no mostraba estrellas, y ni siquiera las llamas bailaban como antes. Había algo… apagado. Algo contenido. Se estaban forjando cosas oscuras bajo el cobijo de la noche.

Aria caminaba con paso firme por los corredores de la manada, hasta llegar a la periferia, directo al bosque. Sus ojos estaban abiertos, pero no había conciencia en ellos. Su mente flotaba, dormida bajo el dominio de Heretia. Era solo un recipiente, una marioneta con piel de loba.

Había ganado terreno cada vez más, hasta que logró dormir por completo a su anfitriona. Después de los innumerables sacrificios que hizo, consiguió el poder necesario para llevar a cabo sus planes.

Heretia la había sumido en un trance profundo. Lo suficiente para despojarla de voluntad, para llevarla hacia la oscuridad. Necesitaba su voluntad perdida para hacer todo lo que requería su amo.

Un soldado la vio salir, ajena a la intromisión, puesto que se encontraba llena de emoción por ve
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