Capítulo 77 —El visistante
Narrador:
Renzo se quedó rígido en el salón después de ordenar que prepararan la habitación para Isabella. Apenas la vio desaparecer por el pasillo, su mirada subió instintivamente hacia la escalera. Sabía que ella había escuchado. Sabía que esas palabras habían sido un cuchillo directo al corazón. Un nudo lo apretó en el pecho y, sin pensarlo dos veces, subió los escalones de dos en dos. Cada paso era un juramento mudo: no iba a dejarla sola en ese estado. Llegó hasta la puerta de la habitación y escuchó el ruido de un cierre, cajones que se abrían y se cerraban, un golpe sordo contra la valija. Abrió sin anunciarse. Sofía estaba de rodillas junto a la cama, la valija abierta y ropa arrojada a los tumbos dentro. Su cabello caía desordenado sobre el rostro húmedo de lágrimas.
—Me voy. —dijo con un hilo de voz, sin detenerse en lo que hacía.
Él avanzó dos pasos, incrédulo.
—¿Cómo que te vas?
—Sí, Renzo. —replicó, con la garganta hecha un nudo —Me voy. Ya vino