Capítulo 40 —Viejos hábitos
Narrador:
—Simona —llamó Renzo y, como si la casa tuviera vida propia, una de las empleadas apareció casi al instante. —Cenaremos ahora. —ordenó con calma, sin siquiera mirarla.
Sofía arqueó una ceja.
—Muy mandón.
Él sonrió de medio lado.
—Soy el jefe, ragazza. Aunque contigo parezca que nunca mando nada.
Ella lo ignoró, pero no pudo evitar una sonrisa fugaz. Minutos después, la mesa estaba servida con platos sencillos, aunque impecablemente presentados. Sofía tomó un bocado, consciente de que su estómago agradecía más que su orgullo.
—Está bueno. —admitió, sin mirarlo.
Renzo la observó mientras bebía un trago de vino.
—Me alegra. Al menos no tendré que soportar tus insultos por haberte tenído muerta de hambre.
—Ya te insulto gratis, no necesitas excusas. —replicó ella, dándole otro mordisco a la comida.
Él soltó una risa ronca, apoyando el codo en la mesa.
—Lo sé. Y me encanta. —Hubo un silencio breve, interrumpido solo por el tintinear de los cubiert