Capítulo 31 —El Príncipe
Narrador:
Renzo se puso de pie con calma felina, cruzó el despacho y tomó una botella de whisky del mueble lateral. Sirvió un vaso para él y, antes de volver, levantó una ceja hacia Sofía.
—¿Quieres uno?
Ella dudó un instante, pero luego asintió.
—Con algo tengo que bajar tanta información.
Él sonrió satisfecho, le preparó otro vaso y se lo llevó en la mano. Cuando se lo entregó, sus dedos rozaron los de ella de manera casi imperceptible, aunque suficiente para que Sofía lo sintiera como un choque eléctrico. Renzo volvió a su sillón, se recostó con el vaso en mano y la miró con esa calma peligrosa que le era tan natural.
—Te conté un montón, bella. —murmuró, dándole un sorbo lento al whisky —Lo justo es que ahora tú me devuelvas el gesto.
Sofía arqueó una ceja, llevando el vaso a los labios.
—No. Mi vida privada es eso: privada.
Renzo rió bajo, con esa carcajada grave que llenaba el aire.
—Eres muy injusta, Vanya.
—Tal vez. —replicó ella, encogiéndose a