Capítulo 168 —El padrino de Diego
Narrador:
Dinorah respiró hondo, intentando dominar la furia que le temblaba en las manos. Se giró hacia Eros, la voz dura.
—Suéltalo. Quiero hablar con él sin sogas de por medio.
Eros la observó con una sonrisa breve, como si disfrutara de su carácter.
—Hazlo —ordenó, sin apartar los ojos de ella.
Dos hombres se acercaron y, con movimientos secos, cortaron las cuerdas. Núñez se llevó las muñecas al pecho, frotándoselas con dolor, como si no recordara lo que era sentirse libre. Se quedó un instante en silencio, respirando con dificultad, hasta que la miró de frente.
—Dinorah… —su voz salió rota, cargada de años de culpa —Lo siento, lo siento tanto, pero el capitán Rancuso… no era lo que creías.
Ella apretó la mandíbula.
—Habla claro.
Núñez bajó la mirada, como si le pesara la memoria, y soltó las palabras que ella ya intuía pero que igual dolían como cuchillos. Le habló del pacto, del trato con el Diablo, de cómo habían trabajado para él durante años,