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Los Caídos

Los CaídosES

Paranormal
Monica Prelooker  Completo
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107Capítulos
2.5Kleídos
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Resumen
Índice

Sinopsis

ParanormalRomanceprotagonista femenina fuerteAmor secretoÁngelDemônio

Un lugar de ensueño, una guerra secreta. Un mundo invisible se agita a sólo un paso de los circuitos que miles de turistas de todo el mundo visitan cada año. Y alguien debe evitar que ambos mundos se encuentren. Nacida en el seno de un clan de cazadoras dedicado a proteger todo el continente, Lucía alterna su trabajo en turismo con sus responsabilidades como madre soltera. Y con mantener a raya a los demonios y criaturas sobrenaturales que acechan su ciudad en la Patagonia. Hasta que dos ángeles caídos se cruzan en su camino, involucrándola en el acto final de un drama milenario.

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Último capítulo

  • El Jardín Sin Ocaso 5

    Me vino a la memoria la última sonrisa de Miguel al despedirse de mí.—¿Serías mi mensajera, Lucía? —había preguntado.De pronto me di cuenta de que la conversación había sido más larga de lo que yo había registrado, y que sabía más de lo que creía. Enfrenté a Lucas muy seria.—Quiero que me escuches con atención, porque no sé si lo puedo explicar con claridad —dije, hablando rápido para que no me interrumpiera—. Raziel no murió. Vos seguís siendo Raziel y…—No, amor, cuando te saqué…—Sí, sí, te quemaste casi íntegro. Pero Miguel te salvó. Separó tu esencia sutil de tu cuerpo físico para que pudieras seguir vivo como humano. Se llevó tu esencia con él, y allá arriba la puso al cuidado de Rafae

  • El Jardín Sin Ocaso 4

    Atardecía.Al otro lado de la ventana, la noche avanzaba desde la estepa sobre el lago.¡La noche! ¡El sol se había ocultado!Me senté agitada en la cama y sentí los tirones de las diversas porquerías que tenía enchufadas al cuerpo: respirador, electrodos, suero, sonda. Me las arranqué apurada, aparté las mantas y salté fuera de la cama. Menos mal que alcancé a agarrarme a la mesa, porque mis piernas cedieron apenas les puse un poco de peso. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente para debilitarme así?Mientras esperaba que las rodillas dejaran de temblarme, me tomé un momento para mirar bien dónde estaba. Una habitación de hospital. El San Carlos, a juzgar por la vista desde la ventana. Y estaba sola. Si no había nadie cuidándome, quería decir que había pasado bastante tiempo vegetando, estable, y

  • El Jardín Sin Ocaso 3

    Todo reverberó con un resplandor enceguecedor. Cuando logré ver algo a mi alrededor, el templo había desaparecido, y Raziel también. Me erguí para ver dónde estaba pero no reconocí ninguna forma. Era un vastísimo campo de luz. Había varias criaturas reunidas allá adelante. Yael estaba de pie detrás de mí, Misael y Arael me flanqueaban. Traté de hacer a un lado mi pena. Comprendí que no había lugar para negativas al llamado que Yael me transmitiera y por eso estaba ahí. Esperé.Las figuras reunidas no tenían la menor resemblanza humana. Traducirlas a palabras que representaran formas era igualmente difícil, y me acordé de algunos relatos del Antiguo Testamento. Con que a esto se referían. Las únicas palabras que empezaban a aproximarse a las formas ahí adelante eran árbol, estrella, fuente, rueda, columna. Una d

  • El Jardín Sin Ocaso 2

    El murmullo dulce del agua en la orilla se mezcló con otro rumor dulce proveniente del bosque. Era música. Un cántico. Las voces eran tan delicadas y armoniosas que parecían instrumentos de viento y cuerdas. Me volví hacia las columnas, atraída por el sonido. Era la primera vez que escuchaba música en el Jardín.Subí los escalones sin apuro, pasé junto al estanque y crucé el prado hacia los árboles, siguiendo los cánticos. Encontré un sendero angosto que parecía conducir hacia la música. Lo seguí.Caminé por el bosque sin pájaros ni viento, de hojas perfectas, quietas, invariables. El cántico sonaba más cercano. Finalmente desemboqué en otro prado como el del Jardín. Era un poco más grande, y en su centro se levantaba un pequeño templo circular de piedra gris, con cúpula anillada.El

  • El Jardín Sin Ocaso 1

    Desde chica tuve la certeza de que el cielo, el paraíso, no se parecía a ninguna de las descripciones que dan las distintas religiones, y que se parecía a todas a la vez. Mi idea del paraíso era que cada uno encuentra lo que esperaba encontrar antes de morir.Yo lo bauticé el Jardín de las Columnas.Y considerando que nunca me había detenido a pensar cómo creía o quería que fuera el paraíso, tuve que reconocer que me sorprendía mi propia imaginación.Era un prado de hierba y tréboles florecidos, rodeado por un bosque antiguo que lo cerraba como un muro vivo. En su centro había un espacio circular cubierto de losa blanca y rodeado de columnas altas, también blancas, sin techo. Una cornisa las unía entre sí, como un anillo trunco.Más allá estaba la Fuente del Principito. La llamaba así porque desde que la vi por

  • La Espada de Luz

    Lucía no llegó a tocar el piso cuando cayó.Un torbellino cegador se abatió sobre ella, envolviéndola, ocultándola a mis ojos.No me di cuenta que estaba gritando con todas mis fuerzas hasta que sentí el peso cálido, firme en mi cabeza. El brillo disminuyó y reconocí a mi señor Miguel inclinado hacia mí. Era su mano sobre mi cabeza. Estaba rodeado por miles de guerreros de luz, de pronto todos perfectamente visibles para mí. Sus manos fuertes y gentiles me sostuvieron cuando entre varios exorcistas me liberaron de la cadena maldita de Tespiah. Me desmoroné en sus brazos llorando, llamando balbuceante a Lucía.—Yael, Misael, cuiden de su hermano.El frío me invadió cuando Miguel se apartó de mí y sentí las manos amables de mis antiguos hermanos sujetándome. Quería ver qué había pasado

  • El Corazón de Arayda 3

    El archidemonio apareció como por arte de magia e hizo una reverencia ante ella. Arayda señaló el cadáver de la chica. La bestia se apresuró a agarrarlo por el tobillo y llevárselo a rastras.—¿Qué novedades hay? —le preguntó Blas antes de que saliera.El otro se detuvo con una pata ya afuera. Se tomó todo un segundo para tragarse la furia de que el Caído se dirigiera de esa forma a alguien de su jerarquía, y consiguió enfrentarlo sin que le supurara demasiado odio por todos los poros. Arayda encontró placer en su humillación. Yo también.—Estamos dando cuenta de una avanzada. Los vamos a derrotar, pero no nos queda mucho tiempo. El grueso de sus fuerzas nos va a caer encima pronto.—Obvio. Somos fáciles de encontrar, con esas auras roñosas como balizas —dije—. Hasta yo podría seguirles el

  • El Corazón de Arayda 2

    Me sobresalté, como si me hubiera adormecido. ¿Dónde estaba? ¿Esos imbéciles todavía no terminaban de abrirme camino en la montaña? Los iba a hacer azotar por un par de siglos, a ver si aprendían el concepto de rapidez. Pero no, ésta no era la prisión donde me habían encerrado. Ésta ni siquiera era yo. ¿Qué era este núcleo de consciencia en el que me había convertido?Una corriente de dolor me recorrió, ardiente, desgarradora.Soy Lucía.Comprenderlo me asustó.Soy Lucía Márquez.Cazadora.Madre de Ariel.Compañera de…El fuego se alzó rugiendo y atravesó la piedra que me confinaba, volvió a caerme encima, me envolvió, me ahogó.Soy Lucía.Si hubiera tenido garganta, habría aullado de dolor

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107 chapters
Introducción
Los Caídos/Monica Prelooker
Un CaídoEso es lo que soyExtraviado a mitad de caminoEntre el Cielo y el Infierno Ante míEl abismo que evitoA mis espaldasEl tremebundo resplandorQue me rechaza A mis pies un caminoQue nunca me atrevíA recorrer. ¡Hola a todos!Bienvenidos a Los CaídosY bienvenidos al lugar que más amo en el mundo, donde tengo la suerte de vivir: San Carlos de Bariloche, en la Patagonia argentina, porque esta historia está 100% ambientada ahí.Y hablada 100% en argentino, así que no duden en preguntarme cualquier cosa
Leer más
El Cruce 1
Los Caídos/Monica Prelooker
Un rugido estremeció el bosque. Ronco, gutural, sus ecos fueron a morir a orillas del lago, que reflejaba la noche quinientos metros más allá. La luz de la luna en el claro reveló la silueta, gruesa y bestial ahora que la criatura había revelado su verdadera forma y se erguía sobre sus ancas. Sus ojos rojos relumbraron como brasas al clavarse en mí, que quedaba empequeñecida por sus más de dos metros de altura. Me permití sonreír ante su furia incrédula. Era comprensible. A los treintiocho años ya no te molesta saberte anodina y común, carente de cualquier característica que pueda llamar la atención. Y yo, en particular, estaba agradecida de ser así. Todo los que me conocían veían un par de etiquetas inevitables: estatura arañando la media, una cara bonita gracias a los ojos celestes, oficinista, madre. Además de inevitables eran ciertas. Tan cierta como la más grande de mis etiquetas, la única que yo mantenía invariablemente oculta: cazadora. Como mis dos hermanas.
Leer más
El Cruce 2
Los Caídos/Monica Prelooker
—Turismo Alerces, buenas tardes, habla Lucía. La puerta del local se abrió y se cerró un segundo antes de que Mauro se asomara a la oficina posterior. —¿Quién vendió cuatro Cruce de Lagos en quince minutos? —exclamó radiante. Mauro, mi socio, tenía treinta años, pelo corto pero abundante y desordenado al mejor estilo Harry Potter, y la sonrisa fácil. Nos conocíamos hacía mucho, y en el 2004, tres años atrás, había aceptado su propuesta de invertir mis magros ahorros en abrir juntos la agencia. Una decisión por la cual todavía me felicitaba, porque Mauro era el mejor socio y compañero de trabajo que podría haber tenido. Le guiñé un ojo sin desatender el teléfono, anoté en la planilla de salidas el nombre que me dictaban, me despedí y corté. —¿Y quién completó la salida al Bolsón con tres llamados? —repliqué satisfecha, mostrándole la planilla en la pantalla de mi computadora. —¡Vamos todavía! Ya puedo sentir los ceros acumulándose en la
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El Cruce 3
Los Caídos/Monica Prelooker
El Dutch estaba vacío cuando llegamos. Gabriel, el dueño del bar, jugaba ajedrez en la barra con Diego, el único cliente tan temprano. Diego tenía unos veinticinco años, vestía siempre pantalones cargo y gorra calada sobre los ojos, ensombreciendo su cara. Era lo que podría llamarse mi informante, la única persona fuera de mi familia que sabía a qué me dedicaba realmente. Años atrás había sacado de su casa a un espíritu vengativo, y desde entonces, cada vez que se enteraba de algo que pudiera interesarme, “me pasaba el caso”, como solíamos decir. Interrumpieron su juego cuando la puerta se abrió con un chirrido de madera quejosa. Al vernos entrar, Gabriel apartó el tablero con cuidado de no mover las piezas. Mauro y yo fuimos a sentarnos a la barra junto a Diego y aceptamos la botella de cerveza que Gabriel abría para nosotros. Poco después, Mauro estaba tras la barra, mirando videos con Gabriel, y yo conversaba a media voz con Diego, cerveza y cigarrillos a mano. —P
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El Cruce 4
Los Caídos/Monica Prelooker
La construcción había quedado inconclusa más de quince años atrás, dejando un enorme esqueleto de concreto con pisos y unas pocas paredes internas. Una escalera de tramos cortos se enroscaba en torno a un pozo oscuro regado de basura y escombros, trepando desde el subsuelo hasta el cuarto piso, que tenía el cielo por techo más allá de las vigas de cemento que se encontraban allá arriba en un ángulo agudo. La cerca de chapas que rodeaba el amplio lote abandonado había sido abierta en un solo lugar, como si los grupitos de adolescentes y las parejas que solían darse cita ahí no quisieran que el acceso fuera demasiado evidente.En el silencio de la madrugada, aparté la chapa sólo lo indispensable para deslizarme dentro del predio, dos mil metros cuadrados de concreto y malezas. Me detuve en la luz anaranjada que llegaba desde la calle y observé la enorme estructura, ir
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Casa Embrujada 1
Los Caídos/Monica Prelooker
La noticia me llamó la atención enseguida. Un chico de diecisiete años había muerto la noche anterior en una casa abandonada a orillas del lago Gutiérrez. Al parecer estaba en el cumpleaños de un amigo en Villa Los Coihues y alguien apostó a que él y dos chicos más no se animaban a entrar en la vieja casa de los Quireipan. Típico. La casa embrujada del barrio. Una leyenda urbana de cuando yo era chica. Varias personas habían muerto ahí a lo largo de los años. Nada violento, muertes naturales, pero se decía que sus fantasmas permanecían en la casa y atacaban a cualquiera que entrara en su territorio. Historia para fogones en la playa, a la hora de los cuentos de miedo para que las chicas chillen y los chicos se hagan los valientes. Así que estos tres chicos habían aceptado la apuesta y habían entrado. Y por lo que contaban los dos sobrevivientes, adentro los habían atacado varios perros grandes, que mataron a su amigo a mordiscones antes de que ellos pudieran hacer na
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Casa Embrujada 2
Los Caídos/Monica Prelooker
Conocía esa casa. Claro que la conocía.Los kilómetros rodaron bajo el colectivo mientras la recordaba.Había sido la primera vez que mamá me había permitido acompañarla en una cacería. Yo tenía diez o doce años y estaba súper excitada. En la casa de los Quireipan no había ningún fantasma, sino un demonio nivel cinco: un perro infernal. Por algún motivo había establecido su territorio ahí cuando la familia se mudó, y había dado origen a la leyenda urbana de la casa embrujada. Nunca llegué a verlo. Mamá había destruido su cuerpo antes de llevarme, y la acompañé sólo para practicar la forma de sellarlo.Me había dejado trazar los pentagramas en las paredes, incluso el grande en el suelo, en el centro exacto de la casa. Hasta me había permitido empuñar su Cruz, y habíamos
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Casa Embrujada 3
Los Caídos/Monica Prelooker
No le conté a Ariel mis planes para esa noche. Esperé a que se durmiera y recién entonces me abrigué, me colgué al hombro la funda de mi katana y salí, justo a tiempo para tomar el último colectivo a Villa Los Coihues.La calle que bordea el lago Gutiérrez hacia la Cascada de los Duendes (nombre nuevo y turístico al que no terminaba de acostumbrarme) estaba vacía y silenciosa. En un par de meses se llenaría de turistas a pie y en auto a toda hora, pero en plena primavera todavía estaba tranquila. Caminé a buen ritmo hasta poco antes del límite del ejido municipal con el Parque Nacional, donde terminan todas las construcciones y el alumbrado público. Crucé el alambrado y el jardín invadido de mosqueta hasta la casa, ubicada a sólo diez metros de la orilla del lago. Me detuve a observarla. Oscura y silenciosa, las ventanas tapiadas, con un aire entre c&a
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Casa Embrujada 4
Los Caídos/Monica Prelooker
No era el primer perro infernal que enfrentaba, y pronto comprobé que era mucho más fuerte de lo que se suponía que podía ser. Saltó sobre mí con otro gruñido, su cuerpo en llamas describiendo un arco ardiente en el aire, las garras delanteras extendidas y la boca abierta. Lo rechacé como pude. Esa habitación estrecha no me convenía. Necesitaba más espacio para no convertirme en una presa demasiado fácil.El demonio cayó parado y giró hacia mí. Además de demasiado fuerte, era más rápido que sus hermanos. Amagué atacarlo y logré quedar de espaldas a la puerta abierta, a sólo dos pasos. Cuando el perro volvió a saltar hacia mí, retrocedí hacia el pasillo. Me alcanzó en un instante. Corría con movimientos elásticos, como un lobo. Me adelantó sin que yo pudiera evitarlo y se plantó
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Dos en el Espejo 1
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La noche se reflejaba plácida sobre el lago y me llevó un momento reconocerlo: el Gutiérrez. Miré a mi alrededor un poco sorprendido. ¿Cómo sabía dónde estaba? ¿Por qué estaba tan seguro de que ése era el nombre del lago? ¿Por qué tenía en mi cabeza un mapa tan claro que me decía que estaba en una ciudad llamada Bariloche, en una región llamada Patagonia, en un país llamado Argentina? ¿Por qué era el año 2007? Mi último recuerdo era Francia durante la Segunda Guerra Mundial, o sea… ¿1941?Entonces sentí el tirón. Venía de una casa oscura a orillas del lago. La energía que llegaba hasta mí indicaba que había un demonio ahí. También había un humano. Un momento de concentración me indicó que el humano y el demonio se buscaban mutuamente.
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