Kerrie es una chica torpe a simple vista, sosa y sin sentido de la moda. Una joven que se ha tenido que esforzar al máximo por sus hermanos menores y ella misma luego de la muerte de su padre unos tres años atrás junto al abandono de su madre. Ahora que ha ingresado a la universidad pretende iniciar de nuevo, sin embargo, la gente a su alrededor termina por traicionarla convirtiéndose en la burla de muchos. Creyendo que se convertiría en la paria de la universidad, termina involucrándose con Hudson Morgan, el actor del momento, un hombre con segundas apariencias e intenciones luego de descubrir el secreto de Kerrie, el hecho de que ella ve fantasmas.
Leer másTodos se reían a su alrededor. La tenían bien sostenida de los brazos mientras Peter Williams le rompía los botones de la blusa para poder encontrar ese méndigo celular que ella ni siquiera había robado. Miró a Aila y esta tenía los ojos cubiertos. Kerrie intentó pedirle ayuda, pero las chicas que estaban a su lado la sacaron del salón. La joven tenía ganas de llorar, de vomitar, de patear el rostro de Peter, pero no podía, no tenía tanta fuerza.
—Vaya parece que si tienes busto. Creí que eras una tabla por esa ropa enorme que usas.
—Suéltame, yo no tengo nada. — Insistió ella con las lágrimas surcando sus ojos. Peter sonrió malévolamente y comenzó a acercar su mano hacia su pecho cuando una voz fuerte retumbó en el salón.
—¡Aléjate de mi novia ahora maldito bastardo! — Todos se quedaron petrificados al ver a Hudson Morgan de pie a su lado. La joven lo miró aturdida notando que no había ni un espíritu detrás de él. ¿Qué diablos estaba pasando?
Una semana antes…
—Continuando con las noticias de farándula, el actor Skander Pavensey ha abandonado el proyecto luego de que una de las luces del teatro casi cayera sobre él. Rumores sobre gente maliciosa que entra a los establecimientos se han levantado, así como la maldición del Teatro Noctámbulo. — Kerrie suspiró mientras veía las noticias. ¿Una maldición? Maldición era la que ella tenía. Tan solo pensar que solo cosas malas le pasaban a diario. Era una pesadilla si quiera pensar salir de su habitación, sin embargo, hacía el intento por el bien de sus hermanos.
Metió sus cuadernos y carpeta dentro de su bolso mientras pensaba en que las cosas serían diferentes. En la escuela secundaria había sido tratada como un paria, como un malestar para el lugar, como una chica desagradecida. A pesar de eso, siempre tuvo a sus amigos a su lado, Aila y Nash eran quienes estaban ahí para ella desde la infancia.
Se miró en el espejo notando su cola de caballo y viejas gafas, su aspecto demacrado y piel pálida. Intentó sonreír pensando que todo sería mejor ya que era el primer día en la universidad. Nadie la conocía, nadie sabía sobre ella. Podía empezar de cero.
Lugo de dejar a sus hermanos en la escuela corrió al primer autobús que la llevaría a la universidad. Al entrar se dio cuenta de la inmensidad del campus. Le hubiera encantado vivir ahí dentro, pero debía cuidar de sus hermanos, no había nadie más que lo hiciera por ellos. Luego de que su padre falleciera, su madre desapareció sin dejar rastro. De eso habían pasado ya dos años y sus hermanos apenas iban por tercero de primaria. Era la única que podía hacerse responsable.
Por suerte, con su esfuerzo, había conseguido una beca completa en la universidad y tenía dos trabajos a medio tiempo luego de clases. Ahora, solo debía dirigirse a la clase de introducción, una del par que compartía con sus mejores amigos. Al entrar se dio cuenta que había una chica muy parecida a Aila, excepto que ella llevaba ropa que Aila jamás utilizaría. Kerrie reconoció de inmediato a la chica.
—¡Hazel! — La joven la miró con desinterés y luego se hizo la dormida sobre el escritorio. Kerrie hizo una mueca. Hazel era la hermana melliza de Aila, había olvidado que regresó del extranjero para estudiar aquí la universidad. Sin embargo, parecía una chica de pocas palabras.
Lo dejó pasar, y se dio cuenta que había llegado muy temprano. Solo había tres mochilas más que ocupaban los asientos y las personas ni siquiera estaban ahí. Sintiéndose un poco incómoda decidió ir a llenar su pachón a la fuente de agua. Se levantó de su asiento y caminó hasta llegar ahí.
—¡Kerrie! —La voz de Aila hizo que una sonrisa apareciera en su rostro. Ahí venían la rubia junto con Nash, su amigo. Los dos la abrazaron al verla por fin.
—Creímos que una vez aquí no tendríamos otra clase juntos. Que bueno que tengamos esta. ¿No es emocionante? — Chilló ella emocionada. Esa era la Aila que conocía, toda una joven positiva con mucha luz. Aila siempre fue una chica que llamaba mucho la atención, la popular del instituto, todos la amaban y sin embargo, ella había decidido ser su amiga.
—Me alegra verte. — Nash se acercó con su encantadora sonrisa mientras las mejillas de Kerrie se sonrojaban. Ella llevaba enamorada de su mejor amigo desde que tenía quince, sin embargo, guardó esos sentimientos con el fin de no arruinar la linda amistad que tenía con ellos dos.
—Entremos. — Expresó Aila tomando los brazos de sus amigos para llevarlos de vuelta al salón.
Las clases pasaron sin mayor inconveniente, lo cual fue un gran alivio. Kerrie sintió esperanza en que las cosas mejorarían bastante. Pero había algo que la molestaba, esas presencias que siempre estaban a su alrededor, las cuales fingía que no veía para que no la molestaran.
—Este viernes tendré una fiesta. — Soltó de pronto la rubia mientras se movía de un lado a otro buscando una mesa en la cafetería. Kerrie estaba agradecida de que ambos quisieran pasar el rato con ella aun cuando estaban en diferentes facultades. Aila había decidió estudiar arquitectura mientras que Nash se decidió por la ingeniería y ella comunicación. Los tres habían tomado rutas diferentes, y pronto pasarían menos tiempo juntos, por lo que Kerrie no se sentía mal al intentar aprovechar estos momentos juntos.
—Tengo que trabajar Aila. Y mis hermanos están solos.
—Pero será por la noche. Cuando tus hermanos se hayan dormido. Prometo que será divertido, si tu no estás no podré hacer nada. — Hizo un puchero que le pareció tierno a Kerrie. —Vamos Nash, convencela de que vaya. — Meneó el brazo del joven y este sonrió.
—Hazle caso a tu amiga. Sabes que se pone en plan berrinche cuando te niegas.
—Lo sé. — Suspiró mientras tomaba un sorbo de su sopa. —Bien, bien. Iré.
—Genial. — Sonrió. —Es una fiesta con temática de los setenta, que no se te olvide. — Ah la joven intentó protestar, pero no pudo. Un rostro inexpresivo se encontraba detrás de Kerrie. La veía con aburrimiento aun cuando uno de sus ojos colgaba fuera de su cuenca. Kerrie sintió un escalofrió recorrer su cuerpo y decidió ver para otro lado.
Al despedirse de ambos ella regresó a sus últimas clases y luego corrió hasta su primer trabajo parcial en un restaurante de comida coreana. El día fue lo más normal posible, excepto por uno de los espíritus que solía ronda por ese barrio. Según tenía entendido una chica fue atropelladas hace un par de años ahí. Era horrible verla ronda con el cuello fracturado. Al terminar a eso de las nueve de la noche corrió hacia su apartamento. Sin embargo, tuvo que desviarse al ver a un fantasma a unos metros de ella. El espíritu vestía de negro y lloraba en medio de la calle. Era terrorífico. Pasó frente a la calle del teatro Noctámbulo. Sintió un escalofrío al pasar por la verja y entonces un grito que venía de dentro la detuvo.
—¡Ayúdame! — La joven tragó duro al escuchar aquel grito. Dio un paso hacia atrás temblorosa y entonces a su lado apareció el espíritu de una mujer que le mostraba el lugar con su dedo.
—No iré ahí. — Respondió ignorando al fantasma, pero este apareció frente a ella de nuevo. Ella sabía lo que significaba ignorar a un fantasma, sin embargo no tenía los ánimos de entrar a un teatro cerrado.
—Hay una persona dentro. — Escuchó el frío murmuro del espíritu. Kerrie tragó duro y luego escuchó de nuevo el grito de súplica.
—Maldita sea. — La joven miró hacia todos lados esperando que nadie la viera entrar ilegalmente al teatro. Pasó su mochila sobre la reja y luego ella escaló para aterrizar sobre el monte, luego de eso corrió hacia la escalera de emergencia y le pidió ayuda al espíritu para que abriera la puerta. Una vez dentro siguió el sonido del grito que la llevó hasta el auditorio principal. Abajo, en el escenario donde las luces estaban encendidas, había una persona en el suelo. La joven abrió los ojos de par en par aterrada. Corrió hasta esa persona para ver que estuviera bien y entonces el chico ahí abrió los ojos.
—¿Quién diablos eres?
El viaje de regreso a Roseville estuvo lleno de sonrisas cómplices y miradas furtivas entre Kerrie y Hudson. Después de haberse confesado y haber compartido su primer beso, todo entre ellos había cambiado, pero aún no le habían contado a los demás sobre su nueva relación. Kerrie, más feliz de lo que había estado en mucho tiempo, no podía evitar sentirse emocionada con la idea de estar con Hudson de una manera tan diferente, pero también divertida por el secreto que ambos compartían.—¿Estás bien? —preguntó Hazel desde el asiento trasero del auto, observando a Kerrie con curiosidad.—Sí, solo… cansada, —respondió Kerrie rápidamente, tratando de ocultar su sonrisa mientras miraba de reojo a Hudson, quien estaba conduciendo con una ligera sonrisa en su rostro.Hudson, sin decir una palabra, le lanzó una mirada cómplice. Ambos estaban disfrutando del pequeño juego de mantener su relación en secreto, y aunque se sentía un poco travieso, también era emocionante.Pasaron dejando a los chicos
El lobby del hotel estaba lleno de anticipación mientras Hudson y Dante esperaban a las chicas. Hudson, con su disfraz de vampiro clásico, miraba el reloj con una sonrisa divertida, mientras Dante, vestido como pirata, no dejaba de ajustarse el sombrero.—¿Crees que tardarán mucho más? —bromeó Hudson, mirando hacia las escaleras.—Están buscando dejarte sin aliento, ya verás, —dijo Dante riendo, cruzando los brazos.Justo entonces, el ascensor se abrió y apareció Hazel, vestida como una bruja, con un vestido negro elegante y su característico sombrero puntiagudo. Al verla, Dante no pudo evitar sonrojarse un poco.—No se sorprendan demasiado cuando vean a Kerrie, —dijo Hazel con una sonrisa traviesa mientras se acercaba.—¡Te ves increíble, Hazel! —dijo Dante, aunque el toque de vergüenza en su voz fue evidente.Hazel le guiñó un ojo y tomó su brazo. —Gracias, pirata. —Luego miró a Hudson—¿Y tú, qué opinas?Hudson sonrió. —Te ves genial, pero estoy esperando a la pitonisa. Creo que me
La habitación del hotel estaba envuelta en un silencio tenso. Kerrie, sentada en la cama con los brazos cruzados, observaba a sus amigos mientras procesaban la última revelación. El aire estaba cargado con la sensación de que se acercaban a algo importante, algo que podría cambiarlo todo.—Douglas es hijo del fallecido Elliott Porter, —comenzó Kerrie, mirando a cada uno de ellos para asegurarse de que entendieran el peso de sus palabras. —Eso puede ser la razón por la que lo asesinaron. Él sabía lo que realmente le pasó a su padre, o al menos estaba buscando la verdad. Muy probablemente, lo mataron para silenciarlo.Dante asintió lentamente, apoyado contra la pared con los brazos cruzados. —Tiene sentido. Pero si es así… entonces, ¿quién es el asesino? ¿Alguien que también estuvo involucrado en la muerte de Elliott?Kerrie suspiró. Esa era la gran pregunta, la que los había perseguido desde el principio. —Eso es lo que aún no sabemos. Pero hay algo más que me preocupa. —Se inclinó hac
El viento fresco del pueblo acariciaba el rostro de Kerrie mientras ella y la profesora Luz caminaban hacia una pequeña casa de madera, blanca, que se erguía con un encanto rústico en medio del paisaje tranquilo. Era el tipo de casa hogareña que parecía pertenecer a un pasado más sencillo. Frente a la puerta, una mujer de cabello canoso y corto estaba regando las plantas que decoraban la ventana.Cuando Luz se acercó, la mujer levantó la vista y saludó a la profesora con una enorme sonrisa, reconociéndola de inmediato. Kerrie, observando desde atrás, calculó que la mujer debía estar en sus cincuenta y tantos, aunque conservaba una energía juvenil en su rostro.—¡Luz! —dijo la mujer con una voz cálida—. ¡Qué sorpresa verte por aquí!Luz sonrió, un poco nerviosa, y saludó con la mano antes de acercarse. —Hola, Amanda. Sí, hace mucho que no nos vemos. —Luego, hizo un gesto hacia Kerrie, presentándola—. Ella es Kerrie. Quería presentártela porque conocía a Douglas.Al escuchar el nombre d
La noche continuaba mientras Hudson y Kerrie caminaban por las calles del pueblo, envueltas en la suave luz de las farolas. El bullicio de las personas a su alrededor contrastaba con la calma que se había asentado entre ellos. Luego de un rato, llegaron a una banca en una pequeña plaza, rodeada por tiendas y cafés cerrados para la noche. Ambos decidieron tomar asiento, observando el ir y venir de la vida nocturna en el lugar.Hudson se apoyó hacia atrás, mirando las luces titilar a lo lejos. —¿Sabes? Hace mucho tiempo que no me sentía tan tranquilo —dijo, con una voz que reflejaba más paz de la que Kerrie jamás le había visto.Kerrie asintió, compartiendo el sentimiento. —Lo mismo pienso yo. Con todo lo que hemos pasado, especialmente la búsqueda del asesino fantasma… ha sido agotador. Pero ahora, por alguna razón, me siento en paz.Hudson sonrió levemente, todavía con la vista perdida en la calle frente a ellos. —Lo resolveremos pronto, lo sé. Pero… —se giró hacia ella, con una expre
Kerrie terminó de recoger los restos del ritual en su habitación, asegurándose de que el brazalete de Denise estaba completamente purificado. Lo sostuvo entre sus manos por un momento, sintiendo el alivio de haber completado otra parte de la difícil tarea que enfrentaba. Entonces, escuchó que alguien llamaba a la puerta.Abrió y vio a Hudson apoyado contra el marco, sonriendo.—¿Ya terminaste tu sesión de hechicería? —bromeó, arqueando una ceja.Kerrie sonrió, acostumbrada ya a sus comentarios. —Sí, he terminado. El brazalete está listo para Denise. ¿Qué pasa?—Nada importante. Solo pensé que podrías estar hambrienta. ¿Te apetece cenar algo? —Hudson la miró con ese tono casual, pero en sus ojos había un toque de interés.Kerrie no pudo evitar sonreír ante la invitación. —Claro, no me vendría mal algo de comida. Solo dame un segundo para cambiarme.Hudson asintió mientras ella cerraba la puerta para cambiarse rápidamente. Unos minutos después, ambos bajaron y caminaron hasta un restaura
Último capítulo