PRIMER LIBRO DE LA TRILOGIA "SEMIDIOSA" SEGUNDO LIBRO: "SEMIDIOSA HIJA DE DIOSES" Una profecía dicta el destino de Isabella. En su interior lleva un poder único y majestuoso. En el camino por conseguir lo que desea para si misma será rechazada, algo que le hará ver muchas cosas. Pero el destino y un nuevo comienzo la harán cambiar. ¿Una nueva oportunidad? ¿Nuevos amigos? La historia se reescribe, nadie tiene el destino escrito. Y ella jamás lo tuvo. Aunque todo parezca mejorar, las palabras de su madre le harán saber cuan equivocada estaba de las personas que estaban en su alrededor. Las cosas estaban retorcidas, mas de lo que se imagino. Isabella, semidiosa, hija de la diosa Luna, rechazada, maltratada, perdida... reencontrada. ¿Qué final te espera?
Leer másLa diosa Luna añoraba conocer el mundo de los humanos, ese lugar donde su padre Zeus, había creado a los seres más sorprendentes para ella. Le parecía hermoso y muy curioso. Eran perfectos ante sus ojos, los amaba, eran los hijos que ella jamás pudo tener. Su amor por ellos crecía cada vez que lanzaba la mirada fuera del Olimpo y veía como crecían en todo sentido. Las cosas que creaban; música, comida, máquinas, armas, aunque las últimas no tanto.
Un día decidió bajar desde el Olimpo para conocer más de esos seres maravillosos, sin el consentimiento de Zeus. En la tierra, ella apreció todo. Porque era lo que más ansiaba. Se dio cuenta de muchas cosas mientras estuvo en la tierra, tanto buena como mala.
En su segundo mes de estar en la tierra, ella conoció a un humano muy simpático. Le pareció hermoso, cariñoso, sobre todo divertido. Pasaron los meses, se fueron conociendo, ella se enamoró al igual que él. Ambos se amaban y ese amor fue creciendo hasta más no poder. Incluso su amor llegó tan lejos, que ambos se unieron en cuerpo y alma.
Cuando sólo faltaban dos meses para que la diosa regresase de dónde provino, confesó su secreto al humano. Él se sintió devastado, iba a perder al amor de su vida. Entonces él también le confesó su verdadero ser, que era un cambia formas. Ella no lo supo, es más, jamás se le paso por la cabeza lo que él era.
Pasaron sus últimos días juntos, amándose, demostrando el amor que se tenían y aún tienen. Cuando la diosa estaba por partir, se enteró que estaba embarazada. Pero el alma de su bebé era tan poderosa que no supo cómo tomar ese poder.
Antes de partir, decidió adelantar el parto, tener en menos tiempo a su hijo. Quien al nacer, había sido una hermosa niña, tan bella como la misma madre que entre lágrimas, decidió que la bebé fuera criada por su padre. El cambia formas.
La diosa partió pero le dejo el fruto de su amor. Era lo que más amaría el humano.
Los años pasaron, el bebé creció. Al cumplir sus 18 años, ella fue dotada de poderes preciosos y peligrosos. Su padre le dijo la verdad de su existencia, que no sólo era cambia formas, si no que contenía sangre pura y que era hija de la Luna.
Entre más pasaba el tiempo, ella se volvió más fuerte. Muchos se enteraron de ella y lo sucedido con sus progenitores. Después de todo, ella no era de rango alto. Hubo muchas peleas y muertes en esa época, así que ella decidió tomar una decisión.
Al cumplir los 30 años, ella misma se atravesó con un cuchillo, recitó un mantra en un idioma desconocido. Su alma, sus poderes se fueron con ella. Y juro volver, pero en un futuro, cuando la necesitarán los humanos y cambia formas.
Ella regresaría, pero a salvar lo que su madre no pudo salvar. A traer la paz entre especies.
"Volveré para dar paz a la especie de mi padre, mantener esa paz entre seres. Yo, seré la SemiDiosa. Su libertad."
Pero hay un lado oculto de la leyenda, un lado oscuro que no fue revelado hasta cientos de siglos después.
—Moon. Los cielos detestan tu sola existencia. La tierra clama por tu vigor.
La luz me rodeo, mi madre desapareció como todo rastro de su presencia. Cuando pude volver abrir mis ojos me encontraba en un lugar totalmente desconocido para mí. Selene no estaba a mi lado y ver el cielo en un atardecer tan pacifico me causa intranquilidad. A mi parecer estaba en el cielo esperando por un dios que viniera a recibirme.Intente enfocarme en el lugar. Y solo pude asombrarme al ver lo que había tras mi espalda.A lo lejos, sobre una montaña se encontraba un castillo, uno tan grande que a pesar de la distancia podías distinguir sus torres y entrada. Donde me encontraba en el quiosco tenia al frente de este se encontrabas unas gradas que me llevaban justo a un área libre en forma de círculo, también contaba con algunas antorchas que estaban encendidas. Mirara por donde mirara el lugar se veía celestial. Pero no tenía idea de donde me encontraba.Sospechaba del lugar pero no estaba
MaxwellAlgo me asfixiaba, su frialdad estaba alrededor de mi cuello, era parecida a una cuerda, pero la viscosidad se extendía hasta mi pecho y se enredaba en mis brazos, apretaba tanto que el hueso bajo mi piel se sintió crujir y sus estillas penetraron la piel restante para dañarme aún más.¿Por qué siento esto? ¿Qué pasa conmigo? ¿Cómo llegue aquí?El miedo hizo estragos, esa cuerda me soltó y caí a un vacío, parpadee para poder ver pero al hacerlo solo vi el risco y una sombra en la punta que sonreía con dientes afilados. Esto es una pesadilla, lo sé pero… ¿Por qué no despierto?—¡Maxwell! —Alguien me llama, sus insistentes gritos me despertaron de esa caída. Aun sentía la viscosidad en mi cuello, temiendo por eso más jadeos salieron, no podía respira
MaxwellComo alfa de esta manada y protector de las familias que mi progenitor dejo atrás, fui al frente de todo este desastre, a la salida de la manada. En donde me encontré con el hombre codicioso que solo venia por una mujer que estaba muerta, además de apoderarse de una manada que ahora no le rinde tributo y no estarán de su lado a menos que muera.Acompañado arrogancia y unas inmensas ganas de vengarse, mi padre, movilizaba un batallón completo de cazadores que venían a matar a su propia raza. Sorprendido es poco a como me siento en verdad, su avaricia me hace creer que jamás fue en realidad una persona, verlo caminar con orgullo hacia el frente, dispuesto en asesinarme si no me rendí ante él, solo me da a entender que jamás tuve un padre, solo un titiritero que controlaba los hilos en esta manada.—Entrega todo Maxwell —No tendrá piedad ni siqui
EricksonLo único que ha pasado aquí es el tiempo. Lento, largo, tortuoso, como el salpicar veneno en tu piel descubierta.Las personas que llegaron se fueron, dejando solamente la familia para que pudieran estar solos. Tradicionalmente solo se va a un velorio para poder dar el pésame y después desaparecer. Si es la familia del alfa es señal de respeto. Algo que me sorprendió mucho cuando vinieron. No imagine que la considerarían parte de la manada. No después de lo que me conto que paso antes, cuando aún se sentía alguien anormal.Pero solo nosotros fuimos quienes vieron a Isabela convertirse en otra persona y darlo todo, somos quienes la conocieron y adoraron por quien era y no como la vieron el resto. Pero hay una persona entre todos nosotros que no puedo sacar de mi mente rencorosa.—Ha llegado el momento.Häel se había acercado
Häel—Mi hija —ver morir a tu propio hijo es un vacío que posiblemente nunca superaras—... mi bebé...—Isa...Y la pérdida de una pareja. A esa no le veo tanto sufrimiento. Puedes volver a enamorarte, volver a ser feliz y superar tus dolores del pasado. No es tan trágico como la muerte de un hijo. Podrías ver lo primero como una hoja de papel hecho añicos, quizás los pegues pero jamás volverás a verlo de la misma manera. Lo segundo puedes verlo como el agujero de una pared o en la tierra, lo rellenaras, podrás pasar sobre él y no caerás de nuevo.Es lo mismo con una amistad.—Capullo —Erick no se había despegado del cuerpo, solamente cuando se arregló, pero ahora no se despega del ataúd—... no has podido florecer. Ansiaba poder ver tus pétalos brillando con la luz de tus logr
IsabellaCaí de espaldas a lo que imagine era un suelo, demasiado helado. Mi espalda sintió alivio, el sudor escurría por mi cuello y frente, el cansancio atacó mi cuerpo como saco de boxeo.—Me canse —Jadeo—... estoy muerta...—Literalmente.Fruncí mi entrecejo y gire mi cabeza, aún en el suelo, en dirección de la loba
Último capítulo