4

Peter

Sostengo el cabello de Dana, la cual vomita en el inodoro.

—La próxima mejor pedimos pizza. Creo que esa carne estaba en mal estado —digo mientras busco una toalla para que se seque.

Dana niega a la par que se levanta y abre la llave del lavamanos.

—Creo que esta vez, fueron las caraotas de tú mamá —respondió segura de lo que decía.

Asiento dándole la razón: ya que mi madre no era una experta en el arte culinario. Mis hermanos y yo los sabemos de sobra... hasta me dan escalofríos de solo pensar en esas tardes donde no podía abandonar el baño.

Dana luego de mojar su cara, recoge su cabello en una cola alta. 

—También eh sentido asco a la carne, creo que me estoy volviendo vegetariana sin querer —dice secándose la cara con la toalla que le busque.

Sin prestarle mucha atención, dejamos el tema atrás, Dana tiene algún tiempo con ese tipo de vómitos, pero seguro no debe ser algo grave. 

Dana va al segundo piso a buscar una camisa nueva y yo me dirijo a la sala donde se encuentra mi hermano.

—¿Otra vez? —pregunta George cuando paso por su lado—. Pobre, ahí donde la vez a estado así por tres semanas.

Encojo los hombros y le despeino el pelo, él podía ser mayo que yo, pero le ganó en altura.

—Sí, creo que fue la comida de mamá, de nuevo.

—¿Pero llevan todo el mes, comiendo la comida de mamá? 

Niego, ya que solo habíamos comido dos o tres veces y era mucho.

George se puso pálido: como si hubiera visto a nuestra abuela en paños menores, corriendo de un lado para el otro.

—¿E-embarazo? —pregunta atónito.

Hago un desdén y niego.

—¿Bromeas? —digo mientras carcajadas salen de mi boca—. A Dana le vino el periodo...creo.

La tranquilidad que me rodea se va al carajo. Miro con pánico a mi hermano y empienzo a saltar.

—Dana me menciono que tiene un retraso, ¡ustedes son tan distraídos como para que el mundo se esté cayendo y aún así se preguntan si deben preocuparse! —dice George con pánico.

No niego ni rebato: ya que bueno, sí somos distraídos, hasta el punto de olvidar nuestros propios aniversarios.

Mi hermana que estaba en la cocina, se acerca a nosotros y se lanza sobre el sofá.

—¿What happened brothers? —dice Ariadna, a la par que pellizca a su gemelo—. Se ven como si se hubieran cagado encima.

George le da un tirón de cabello y la mira mal.

—Auch —George se quejó a la par que se levantó de un salto—. Es algo mucho más importante.

Ariadna frunce el ceño y a la vez se ve preocupada.

—¿Qué sucede? —murmuro mi hermana.

—Embarazo —susurro George.

Ariadna se quedó sin señal de satélite, hasta puedo ver el círculo en su frente que dice «fallo la conexión».

Unos segundos faltaron como para que Arianna clavé su mirada en George y lo apunté.

—¡¿Cómo sucedió?! —grita mientras sacude a George.

—¡Yo no, idiota! —grita de vuelta mientras le jala el pelo a su gemela.

Arianna abre los ojos tal cual platos y me señala.

—¡¿Cómo sucedió?! —. Está vez se lanzó sobre mí—. ¡Ustedes no quieren hijos!

Por mi parte estoy en shook, como si nada fuera real. Okey es lo que dicen: la pones sin condón y le rellenas la piñata, pero de verdad pensé que no sería a la primera.

Llevo mis manos a la cabeza y trato de no entrar en pánico.

Ariadna al notar mi reacción, se levanta y corre por la escaleras seguro a buscar a Dana y no fueron muchos los segundos para que los gritos de Danna y Arianna hicieran eco en toda la casa.

—¡¿Estoy embarazada?! —grita Dana, la cual se asoma por la escalera.

Dana me mira como sí estuviera esperando una respuesta o aprobación de mi parte, pero no tengo ni puta idea ¿qué espera? apenas y sabía que hora era.

—¡Par de estúpidos! —dijo George mientras empezó a zarandearme—. ¡¿Cómo no sé dieron cuenta?!

Dana camino hacia nosotros, perdida en sus pensamientos: seguro calculando la última vez que le vino su periodo.

—Peter... tengo un retraso, vómito las cosas, me mareo y tengo mucho sueño —dice Dana en un murmullo a la par que enumera con los dedos.

Mi hermana está detrás de mí esposa y al ver que todos estamos tensos trata de relajar el ambiente.

—¡Esperen ustedes dos! primero: se me relajan y segundo: uy te corriste adentro —dice entre risas—. No ya hablando en serio, deberían ir y hacerse una prueba.

Todos nos ponemos en marcha y nos subimos al auto de los gemelos, para ir a la farmacia más cercana. George conduce y Ariadna va a su lado tratando de calmarse, hasta puedo decir que ellos estaban aún más nerviosos que Dana y yo.

Mi esposa se encuentra sentada a mi lado, mientras se hunde en sus propios pensamientos. Yo estoy asustado: de que se moleste conmigo, me pidiera el divorcio y me cortará las bolas. 

Así que con valentía le hablo:

—¿Estas molesta conmigo? —digo con miedo y apunto de llorar—. ¿Quieres el divorcio?

Dana voltea y su expresión se suaviza.

—No podría molestarme contigo —responde a la par que se acerca y me abraza—. ¿Crees que echaría dos años de matrimonio a la basura?, Sin contar el tiempo que llevamos como novios.

Dana se recuesta en mi pecho y me indica que le acaricie el pelo.

»Después de todo no es tú culpa... bueno sí la es, pero por suerte hablamos del tema. Además que soy afortunada porque será un bebé igual que tú.

Aquellas palabras son suficientes para hacerme llorar.

—¿De verdad te gustaría que sea igual que yo? —susurro con un nudo en la garganta—. Sé que no soy la persona más inteligente.

—O él más prudente —. Atacó George.

—O él más intuitivo —dice Ariadna dándole la razón a su gemelo.

Dana les dedico una mirada de muerte y con eso los callo.

—¿Quién dice que no eres inteligente? —susurra hacia mí—. ¿Quién fue él que ganó, el concurso a mejor vocabulario en la escuela? y sin olvidarnos de que fue él delegado de la clase.

Dana se levantó hacia mí y me dio un dulce beso en la frente.

»No crees en tí mismo, cosa que no deberías ya que eres un ser humano increíble y sí, si soy feliz porque tú estás en mí vida.

Hipnotizado por sus ojos, me acercó a ella y la besó. Quiero saborear cada momento en que puedo tocar sus labios, buscando paz o simplemente buscando seguridad. Nunca conocí a alguien como ella tan... carismática y sorprendente. Y sí tendría un bebé me sentía bien, porque sería junto y con Dana.

—Aw ¿cómo es que mi hermanito creció tanto? —dice enternecida Ariadna.

Por supuesto eso bastó para que tanto Dana como yo, nos pusiéramos tímidos. En pocas palabras arruinó el momento.

(…)

Dana y Ariadna están en el baño, mientras George y yo esperamos en la cocina.

Al rededor de nosotros se forma un silencio incómodo y desesperante. Como si fuéramos dos desconocidos, obligados a hablar.

—¿Cuándo creciste tanto? —dice George soltando una bocanada de aire, rompiendo así con el silencio—. Recuerdo cuando naciste y mamá, me obligó a cargarte. Eras su orgullo y ni hablar de nuestros abuelos... y de papá.

El tono se voz de George es serio y profundo: como si le costará ver que ya había crecido, y a la vez recordar ese pasado que lo había traumatizado.

Sé que para mí hermano, el asunto de nuestros abuelos y padre, es algo serio: ya que al ser un chico transexual fue difícil ver cómo esas figuras tan importantes para él, simplemente lo trataron como la basura de la familia.

—Gigi ¿Alguna vez me llegaste a odiar? —digo recordando como me trataba cuando era pequeño.

Él se sorprendió por la pregunta, pero eso no evitó que me atacara con toda la honestidad que lo caracteriza.

—Sí, eras insoportable, más que todo porque como en ese momento eras él único varón, pero cuando me enteré de tú diagnostico de Tdah juro que te comprendí mucho más. Incluso me prometí a mí mismo cuidarte. Porque entendí algo: que no era tú culpa lo que los demás decían.

Me acerco a él y lo abrazo. Nos estamos poniendo sentimentales, por eso solo nos refugiamos entre los brazos del otro: dándonos apoyo mutuo, pero Ariadna entrá saltando y saludando como una diva, haciendo lo que le sale a la perfección: arruinar el momento.

—¡Peter! —. Me llamo con un tono  bromista—. ¿Te corriste mucho?

—¡Callate! —grita George—. ¡Eres una asquerosa!

Ariadna hace una reverencia y luego se pone seria.

—Ya hicimos las tres pruebas —murmura.

—¿Qué pasó? —susurre con los nervios de punta.

Los nervios se apoderaron de mí, el aire me falta y las ganas de vomitar me invaden, por unos breves momentos cruzó por mi cabeza la idea de estar embarazado... pero recordé que soy hombre y que por mi anatomía no es posible je, je.

En el marco de la puerta apareció Dana con nuestro gato en brazos, yo empezé a saltar tal vez por los nervios o para liberal un poco de estrés. Que se note que mi la paciencia no es una de mis cualidades.

Dana sonríe feliz.

—Estoy embarazada —dice Dana, casi en un susurro.

Quedé. Literal mi mandíbula seguro se cayó en el suelo. Me paralice: recordando la primera vez que la vi. Incluso hasta compare este momento a cuando me pido que fuéramos novios.

Al salir de mi pequeño trance veo la cara de mi esposa. La cual parece estar aterrada... o más bien está esperando una reacción de mí parte, pero heme allí sin moverme, tal vez hasta me veía como si no respirara.

Impulsivamente salte al rededor de ella y terminé por cargarla en brazos.

—¡Seremos papás! —grito mientras la lleno de besos.

Su risa hace eco en toda la habitación. Dana está feliz y eso me llena el pecho de orgullo.

Sí Dana es feliz yo lo soy el triple.

No hay nada mejor que ser feliz junto a quien amas.

Dana:26años Peter:25años. 

Un mes de embarazo.

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