Narrador en tercera persona
La cafetería está insoportablemente llena desde el mediodía. El sonido de las tazas chocando, la cafetera resoplando y las conversaciones superpuestas se convierte en un zumbido que aplasta cualquier intento de pensamiento claro. Lisa siente los pasos marcados en sus piernas, el cansancio apretándole la nuca. No ha parado un segundo.
Rafa sale de la cocina con una bandeja llena, observa el caos y luego la mira a ella. Tiene esa expresión mezcla de fastidio y preocupación que solo le aparece con ella.
—Dame esa bandeja —le dice, quitándosela sin pedir permiso—. Andá a la caja antes de que te caigas.
—No estoy por caerme.
—Lo estás —responde él con simpleza—. Yo voy a cubrir las mesas del fondo. Vos encargate de cobrar que ahí te puedo ver.
Lisa rueda los ojos, pero se rinde. Él la conoce demasiado. Además, sus manos tiemblan apenas y no quiere admitirlo.
Se coloca detrás de la caja mientras Rafa revuelve mesas, cambia platos, sirve cafés. Se mueve co