Mundo ficciónIniciar sesiónLisa
—¿Hola? —dije, con la voz todavía adormilada, sin saber quién podría ser a esas horas. —Buenos días, señorita Morre —dijo una voz firme, profesional, pero con un matiz amable que hizo que me incorporara de golpe—. Le llamamos de Innovatech Solutions. Hemos revisado su currículum y nos gustaría ofrecerle una entrevista para un puesto disponible en nuestra empresa. Mi corazón dio un vuelco. Una entrevista… justo en este momento. Apenas había tenido tiempo de organizar mis pensamientos desde que me habían reducido la beca universitaria al 75%. La mezcla de emoción y alivio se entrelazaba con un miedo extraño, con esa sensación de que todo podía ser demasiado rápido y que tal vez no estuviera lista. —Claro… sí, muchas gracias. Estaré allí —dije, tratando de mantener la calma, aunque mis manos seguían temblando y sentía un hormigueo recorriéndome los brazos. Colgué y me recosté en la cama por un momento, intentando ordenar mis pensamientos. No podía creerlo. Por fin, después de semanas de incertidumbre y de sentirme atrapada entre la universidad y la presión económica, alguien parecía abrirme una puerta. Me imaginé cómo sería la entrevista: la sala, los entrevistadores, sus preguntas, y sobre todo, la posibilidad de demostrar que podía hacerlo. Mi desayuno fue un caos de emociones. La comida apenas tenía sabor, aunque me obligué a comer algo porque sabía que necesitaría energía. Mi madre estaba sentada frente a mí, con el semblante cansado de siempre. No dijo mucho, solo me miraba en silencio mientras yo relataba la llamada con entusiasmo contenido. —¿Una entrevista? —preguntó con voz suave—. Eso… eso suena muy bien, hija. —Sí, mamá —dije, intentando sonar segura—. Es una oportunidad para encontrar un trabajo y poder cubrir la beca. No quiero molestarte con esto, pero… —dudé, porque sabía que ella siempre encontraba la manera de minimizar las cosas—… pero estoy contenta de tener la oportunidad. Mi madre asintió lentamente, como si entendiera mi emoción pero también cargara con la tristeza de nuestra situación. Solo suspiró, bajando la mirada hacia la taza de café. Sabía que ella ya había perdido la energía para celebrar mis logros. Su silencio me hizo sentir un poco de culpa, pero también me recordó que debía ser fuerte por mí misma. Más tarde, llamé a Stephanie. Su voz al otro lado del teléfono fue un soplo de aire fresco: —¡Lisa! ¡Eso es increíble! —exclamó, y pude imaginarla saltando de emoción—. ¡Sabía que algo bueno llegaría para ti! Solo necesitabas paciencia. —Sí… supongo —dije, sonriendo con un poco de nervios—. Pero aún tengo que prepararme, y no sé si estoy lista para impresionar a alguien así. —¡Claro que lo estás! —dijo Stephanie, con un tono que no dejaba lugar a dudas—. Solo confía en ti misma. Y recuerda que si necesitas repasar algo o practicar, yo estoy aquí. Colgué con una sonrisa. Stephanie siempre tenía la manera de hacer que me sintiera más segura de mí misma, incluso cuando yo dudaba de todo. Me puse a revisar mi currículum una y otra vez, corrigiendo detalles, recordando logros, anotando puntos que podrían hacerme destacar. Cada palabra escrita me hacía sentir un poco más capaz, un poco más preparada para enfrentar lo que venía. Mientras me arreglaba para salir, mi mente no dejaba de dar vueltas. La entrevista representaba más que un trabajo; representaba independencia, un respiro económico, y la posibilidad de demostrarme que podía manejar mi vida sin depender completamente de nadie. Me vestí con cuidado, eligiendo un atuendo profesional pero cómodo, y me miré al espejo un momento, ajustando mi cabello. Quería que todo estuviera perfecto. Salí de casa con el corazón latiendo rápido. Cada paso que daba hacia el edificio de la empresa era un paso hacia algo desconocido, pero lleno de posibilidades. El aire fresco de la mañana me llenaba los pulmones mientras caminaba, y cada vez que pasaba junto a otros peatones, sentía que mi mundo se abría un poco más. Llegué a la recepción de Innovatech Solutions y me presenté con una mezcla de nervios y determinación. La recepcionista me recibió con una sonrisa cálida y me pidió que esperara un momento mientras informaba a los entrevistadores de mi llegada. Mientras esperaba, mis pensamientos seguían corriendo. ¿Sería capaz de responder todas las preguntas? ¿Sabría demostrar mis habilidades sin parecer arrogante? ¿Qué pasaría si cometía un error y perdía la oportunidad? Cada segundo de espera parecía durar una eternidad. Finalmente, me llamaron. Caminé hacia la sala de entrevistas con pasos firmes, aunque por dentro sentía que mis piernas temblaban. La puerta se abrió y me recibieron dos entrevistadores, ambos sonriendo de manera profesional. Me ofrecieron asiento y comenzaron la charla, preguntando sobre mi experiencia, mis estudios y mis metas a futuro. Cada pregunta que respondía me hacía sentir más segura. Sentía cómo la tensión disminuía poco a poco y cómo podía comunicar mis ideas con claridad. Al terminar, me levanté y les di las gracias por la oportunidad. Ellos me desearon suerte y me dijeron que me contactarían pronto. Salí del edificio con una sensación de logro y alivio mezclados con emoción. Por fin había dado el primer paso hacia la independencia que tanto deseaba. Mientras caminaba de regreso, no podía evitar pensar en todo lo que había pasado en los últimos días: la beca reducida, las tensiones con mi madre, los conflictos internos y, por supuesto, lo que estaba sucediendo con Cristian. Todo se mezclaba en mi mente, y a pesar de que tenía miedo de lo que pudiera venir, también sentía que estaba comenzando a tomar el control de mi vida. Al llegar a casa, Stephanie me esperaba con una sonrisa y una taza de café recién hecho. Nos sentamos juntas y hablamos de todo, de la entrevista, de mis planes y de lo que significaba para mí esa oportunidad. Por primera vez en días, sentí que podía respirar tranquila, aunque sabía que los desafíos aún no habían terminado. Esa noche, antes de dormir, me recosté en mi cama pensando en todo lo que había ocurrido. El teléfono sonó temprano y me ofreció la posibilidad de un cambio, un camino diferente, y aunque tenía miedo, también había una chispa de esperanza que no podía ignorar. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que podía enfrentar lo que viniera con fuerza y determinación.






