Capítulo 18 tres días

Narrador en tercera persona

Transcurrieron tres días en los que el profesor Christian no se presentó a la universidad. Lisa no podía evitar notarlo, aunque se repetía mentalmente que no debía importarle. No era asunto suyo. Aun así, algo dentro de ella se revolvía cada vez que pasaba por el pasillo y el aula de él permanecía cerrada, silenciosa. Cada ausencia se sentía como un hueco en el aire, como un eco que no sabía apagar.

Intentaba convencerse de que su vida no giraba en torno a él, de que podía concentrarse en sus clases, en sus amigas, en cualquier otra cosa. Pero la verdad era que su mente se escapaba una y otra vez hacia aquel beso, hacia la forma en que él la había mirado antes de hacerlo. No quería admitirlo, pero desde ese momento, todo en ella se había vuelto distinto: las horas, los días, hasta el modo en que respiraba cuando pensaba en él.

Cuando al cuarto día entró finalmente al salón, su respiración se alteró apenas un segundo. Él estaba allí, impecable como siempre, con esa expresión fría y distante, como si nada hubiera ocurrido. Su sola presencia bastó para desordenarle el ritmo del corazón. No la miró ni una sola vez durante la clase. Habló de literatura, de estructuras narrativas, de autores rusos, sin desviarse ni un segundo de su papel de profesor. Su voz sonaba igual, pero algo en su tono era diferente: más controlado, más medido, como si detrás de cada palabra hubiera un esfuerzo deliberado por mantener la distancia.

Lisa fingió tomar apuntes, aunque apenas podía concentrarse. La tinta del bolígrafo se detenía una y otra vez en la misma línea. Algo en su pecho ardía, una mezcla confusa entre curiosidad, vergüenza y deseo. Cada palabra de él le recordaba los destellos confusos de aquella noche, los que aún se negaba a reconstruir del todo.

Lo observaba disimuladamente. La forma en que movía las manos al explicar, el leve pliegue entre sus cejas, la tensión en su mandíbula. Cada detalle era una invitación silenciosa a volver a pensar en lo que había pasado entre ellos, en ese límite que ambos sabían que habían cruzado.

Cuando sonó la campana, todos comenzaron a salir. Ella también se levantó, dispuesta a escapar antes de que su mente siguiera imaginando cosas. Pero entonces escuchó su voz grave, clara, atravesando el murmullo de los estudiantes:

—Señorita Morre.

Ella se detuvo. Sintió el pulso acelerarse. Giró lentamente, como si el tiempo se hubiera vuelto espeso.

—Sí, profesor —respondió, intentando mantener el tono neutral, aunque la voz le tembló apenas.

—Quédese un momento, necesito hablar con usted.

El corazón le dio un vuelco. Tragó saliva, y mientras los demás salían del aula, el silencio se volvió insoportable. Podía oír el golpeteo de su propio corazón mezclado con el ruido distante de los pasos que se alejaban por el pasillo.

Él se apoyó en el escritorio, cruzó los brazos y la observó en silencio. La mirada de Christian era fría, pero en el fondo había algo contenido, algo que no terminaba de ocultar del todo.

—¿De qué quiere hablar, profesor? —preguntó ella finalmente, sin poder sostenerle la mirada demasiado tiempo.

—De su comportamiento en la fiesta de mi hermano.

Lisa se tensó. El aire pareció desaparecer de la sala.

Un cosquilleo helado recorrió su espalda.

—¿Mi comportamiento? —repitió, confundida, buscando en su memoria una imagen, algo que diera sentido a esas palabras.

Y entonces, en un destello fugaz, la imagen de ella besando a alguien volvió a su mente. Una imagen borrosa, distorsionada, que no quería aceptar como real. Su respiración se cortó.

—Si le soy sincera —dijo despacio—, no recuerdo la mayoría de las cosas que pasaron esa noche.

Christian asintió apenas, con una sonrisa casi imperceptible que no llegó a los ojos. Esa sonrisa la descolocó; no sabía si era ironía o decepción.

—Lamento comunicarle que su comportamiento fue… lamentable —respondió con frialdad.

Lisa frunció el ceño.

—¿Qué hice?

Él la miró, y la intensidad de su mirada la hizo apartar los ojos. Había algo peligroso en esa calma.

—Además de que se dedicó a perseguirme durante toda la fiesta, borracha, rogándome que la hiciera mía… —su voz se volvió más baja, más lenta—, luego me besó delante de todo el mundo. Me dijo que yo era suyo.

Lisa abrió los ojos, atónita.

Las palabras le golpearon el pecho como un disparo.

—¿Qué? —susurró, apenas respirando.

—Sí —continuó él, sin apartar la mirada—. Y cuando estábamos a punto de… —se detuvo un segundo, respiró hondo y corrigió—, cuando estábamos a punto de seguir hablando, usted salió corriendo, tomó del brazo a su amiga y ambas se marcharon riéndose.

El silencio se instaló entre ambos. El reloj del aula marcaba los segundos con un sonido seco, casi violento.

Lisa sintió que la vergüenza y la incredulidad se mezclaban con una punzada de dolor. No podía imaginarse haciendo algo así. No con él. No con nadie.

—No me gusta ser objeto de burlas de nadie, señorita Morre —añadió con voz baja, contenida, pero con una dureza que la atravesó.

Lisa apretó los labios.

—Lo siento —dijo sinceramente—. De verdad, no recuerdo nada. No fue mi intención. Pero dudo mucho que yo haya hecho algo así… No soy ese tipo de persona. No soy así.

Él inclinó la cabeza apenas, observándola como si buscara la verdad detrás de sus palabras. Sus ojos, oscuros, la examinaban como si quisiera desarmarla, descubrir quién era realmente.

—¿Y entonces cómo es usted? —preguntó despacio.

Lisa lo miró fijamente por primera vez en toda la conversación. Su respiración era inestable, pero su voz firme.

—No creo que a usted realmente le interese saber eso, profesor.

Christian dio una media sonrisa, apenas visible, pero lo suficiente para que a ella se le helara la sangre.

—Si supiera que es lo que más me interesa en esta vida —murmuró.

Lisa se quedó inmóvil, sin saber si respirar o salir corriendo. El corazón le latía tan fuerte que creyó que él podría escucharlo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP