Narrador en tercera persona
Transcurrieron tres días en los que el profesor Christian no se presentó a la universidad. Lisa no podía evitar notarlo, aunque se repetía mentalmente que no debía importarle. No era asunto suyo. Aun así, algo dentro de ella se revolvía cada vez que pasaba por el pasillo y el aula de él permanecía cerrada, silenciosa. Cada ausencia se sentía como un hueco en el aire, como un eco que no sabía apagar.
Intentaba convencerse de que su vida no giraba en torno a él, de que podía concentrarse en sus clases, en sus amigas, en cualquier otra cosa. Pero la verdad era que su mente se escapaba una y otra vez hacia aquel beso, hacia la forma en que él la había mirado antes de hacerlo. No quería admitirlo, pero desde ese momento, todo en ella se había vuelto distinto: las horas, los días, hasta el modo en que respiraba cuando pensaba en él.
Cuando al cuarto día entró finalmente al salón, su respiración se alteró apenas un segundo. Él estaba allí, impecable como siempre,