La decisión estaba tomada, finalmente éramos una. El acuerdo resonó en cada fibra de mi ser: era hora de cambiar. No podía seguir teniendo a esa nueva parte de mi, la aceptación de que mi vida, mi realidad era otra nunca sería la misma, llegó y con ella la paz que necesitaba dentro de mi. Suspiré el cambio no sería algo difícil ni complicado había visto a Axel transformarse, una explosión de poder y gracia felina, pero nada me preparó para la realidad de vivirlo en primera persona.
No fue doloroso, no fue aterrador. Fue como despertar de un sueño largo y darme cuenta de que había estado usando solo una fracción de mi cuerpo. Fue un torrente de sensaciones, en una fracción de segundo mis sentidos se agudizaron hasta casi veinte metros fuera de la cabaña, pude oler la humedad de la madera, el rastro de Axel en el aire, el jabón de los platos. Mi cuerpo se estiró, se reorganizó con una fluidez que era pura magia.
La piel se cubrió de un suave y espeso pelaje, y mis uñas se volvieron gar