Víctor tenía un problema con una clienta que deseaba quitarle su hijo a su esposo:
Quiero que el niño se quede conmigo, sáquele todo lo que más pueda.
Él tendrá derecho…
A nada, no quiero que vuelva a ver a mi hijo, ese será su castigo por su engaño.
Eso lo deberá decidir el juez.
Usted es mi abogado, quiero una jugosa pensión y la mitad de sus bienes, sus autos…
Enumeró todo, solo agradecía que no fuera el pobre tipo, para darse fuerzas, solía mirar a la revista, esos ojos le llegaban al alma y sonreía emocionado. Entonces pensó en Felicia ¿qué sería de ella? ¿Lo habría perdonado? Nunca lo supo; sin embargo, hubiera dado todo un mundo por volverla a ver.
David entró en ese momento con unos papeles:
Amigo, que frío