En cambio, Eugenia no se conmovía con facilidad y le dijo a su hijo:
Así es tonto, la hiciste buena-y añadió todavía más- Hijo mío eres papá de una preciosa nena.
La empleada llegó con un vaso de agua y se lo entregó al joven, Víctor le temblaba la mano y les dijo:
¡Dios mío! Siento que me desmayo.
Solo eso me faltaba, además de inútil aguado...-dijo Eugenia y añadió- Yo de ti hijo mío iría corriendo a ver a mi nieta, tu hija...
¿Hija? ¿Tengo una hija?-estaba en las nubes.
Explícale tú Oswal, porque yo le doy una zurra buena si le vuelvo hablar.
Su hermano le explicó pacientemente los hechos, el dolor de la joven y sus reservas para decirle a Víctor las cosas, este se levantó inmediatamente y les