Capítulo 22. Acuerdo.
—Estás exagerando —murmuró antes de levantarse y salir a pasear por la orilla de la playa.
Francesco observó cómo su figura se alejaba, dejando una leve huella en la arena con cada paso. Una suave preocupación se dibujó en su rostro mientras terminaba de hacer los cálculos.
Luego, con paso tranquilo, se dirigió hacia ella, sintiendo la brisa marina y el murmullo de las olas acompañar su andar. La necesitaba cerca, no solo por el trabajo que les esperaba, sino también por la conexión inesperada que empezaba a surgir entre ellos.
—No estoy exagerando, Catalina —aseguró Francesco con convicción—. Como experto en este campo, preveo un porvenir brillante para ti y me siento satisfecho de haber reconocido tu talento.
Con un movimiento casi imperceptible, Catalina se apresuró a secar las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
Su detención fue tan repentina que tomó a Francesco por sorpresa; no tuvo tiempo de reaccionar y terminó impactando suavemente contra su espalda.
El contacto, aunque