Capítulo 110. Accionado con rapidez.
—Le pagué el favor con otro favor, Lucía. Era lo mínimo que podía hacer por ella, ¿no crees? Tú conoces bien a Catalina, has pasado tiempo con ella. Sabes de sobra que ella no sería capaz de hacer nada de lo que se le acusa, de las mentiras que han inventado sobre ella. Es una mujer buena, honesta. —Francesco miró a su hermana, buscando apoyo en sus ojos.
Lucía lo sabía. Había pasado más de un año al lado de Catalina, compartiendo risas, preocupaciones y secretos.
Conocía muy bien cómo era su carácter, su nobleza, su incondicionalidad. Y también sabía que Catalina era el único y verdadero amor de su hermano, la mujer que lo hacía feliz. El dolor en los ojos de Francesco era evidente, y Lucía no pudo ignorarlo.
—Está bien —dijo Lucía, tomando la pequeña maleta de las manos de Francesco—. Deja que yo me lleve la maleta. Así, nadie en la casa podrá sospechar nada ni preguntar de más. Yo me encargo de que no haya "pájaros en el alambre", como dices tú, es decir, de que nadie nos vea ni es