Capítulo 111. Alivio momentáneo.
Francesco deslizó el deportivo fuera del garaje, dejando su propio auto estacionado a un lado. No era cualquier deportivo; era el segundo coche favorito de Giovanni, un modelo de lujo que representaba el estatus y el gusto impecable de su hermano.
La primera opción, claro está, era el flamante Ferrari rojo que Giovanni le había regalado a Isabel en su último cumpleaños, un gesto extravagante que aún resonaba en la familia como una muestra de su opulencia y, quizás, de su particular manera de mostrar afecto.
Al volante de ese auto, Francesco no solo sentía la potencia del motor, sino también el peso de las expectativas y las complejidades de su relación con Giovanni, una mezcla de admiración y cierta rivalidad silenciosa.
Se dirigió al hangar privado, una estructura imponente que reflejaba la magnitud de su poder. Sin perder un instante, abordó su jet personal.
El despegue fue suave, casi imperceptible, y en cuestión de minutos, ya estaba surcando los cielos, trazando una línea recta h