Capítulo 100. Descarado mentiroso.
Aquella confusión de Giovanni, lejos de sembrar dudas, aumentó la certeza de Francesco. Sabía con una seguridad absoluta que el hombre mentía, pues los detalles que había dado sobre Isabel eran completamente falsos.
La verdadera Isabel no tenía ojos verdes y, definitivamente, no era pelirroja. De hecho, la rusa era una belleza rubia, con un cabello tan claro que casi parecía blanco y unos ojos azules profundos como el océano.
Esa descripción equivocada era la prueba irrefutable que Francesco necesitaba para confirmar sus sospechas: el hombre que tenían enfrente no era su hermano Giovanni, o al menos, no era el Giovanni que él conocía.
—Estás haciendo demasiadas preguntas, Francesco. Estás yendo demasiado lejos con tus interrogatorios. Giovanni tiene problemas para recordar cosas, es normal que no pueda recordar todo lo que le pasó en el pasado —lo disculpó Cicerón, interviniendo y cortando de golpe aquel momento tan tenso en la mesa.
—Lo siento, papá. Tienes razón, me disculpo. Discúl