Después del vergonzoso momento en el comedor con la familia Parker, me retiré llorando por el mal trato del Sr. Diego. No podía soportar más una humillación.
Regresé a la cocina junto a Martina.
―Te dije que podía hacerlo yo―dijo ella en tono suave y a la vez preocupada.
―No pasa nada, debía ayudar en algo, ¿no?
―Sí, eso está bien, pero no tienes que aguantar ese trato. Sabía que él Sr. Diego podía lastimarte. ¿Te dijo algo más?
―No, pero antes sí comentó que le parecía familiar.
Martina abrió sus ojos de par en par, rascó su ceja repetidas veces y se retiró sin decir una sola palabra. Caminé detrás de ella para intentar entender el motivo de su evidente nerviosismo, pero me impidió acercarme.
―Pensé que querías hablar―dije, buscándole un poco de conversación.
―Ahora no es el momento.
―¿Qué sucede?
―Nada, solo mantente acá abajo y prométeme que te irás mañana temprano. Antes de que todos se despierten.
―No tengo que prometerte nada, esos son exactamente mis planes… pero ¿por qué quier