Samantha era una mujer muy diferente, y eso me asustaba. Haber intentado propasarme con ella dejando que mis instintos me ganaran, me avergonzaba mucho. Ella era diferente, hermosa, irradiaba algo especial, algo que simplemente no sé cómo describir y menos si acababa de conocerla.
En ese instante, lo único que quería era que me disculpara por mi atrevimiento. No sé por qué, pero no quería que pensara mal de mí, aunque mi comportamiento daba mucho que pensar.
Las mujeres siempre han sido mi debilidad y me odio por eso. Me enoja sentir que ellas solo están para el placer, para acariciarlas y disfrutarlas por un momento, pero, aunque es algo que intento reprimir, caigo de nuevo tan fácil que, ni yo mismo me reconozco.
Samantha es distinta y me quedó muy claro desde el primer momento que la vi a través de la ventana de mi habitación, pero no sé por qué intenté dar un paso más faltándole el respeto. Además de eso, ella fue testigo de mi eufórico encuentro con Melani en el pasillo enfrente