Liam se retiró de mi vista y de nuevo me derrumbé en su ausencia. Lo que sentía era tan grande que no cabía en mi pecho. De nuevo la soledad era mi mejor amiga y me enfrentaba a mi realidad.
Amaneció y recibí su mensaje. Le agradecí su preocupación, pero era obvio que no quería ir a la empresa. Nunca más. Estaba decidido, debía alejarme de él completamente e iniciar de nuevo. Había sido un enorme error aceptar todo esto: el trabajo, el apartamento… Todo.
Tenía un poco de dinero, pero era suficiente para avanzar. No sabía bien qué debía hacer. Volver a “casa” con mi tía no era una opción, pero sí debía considerarlo. Con Arturo y las niñas era imposible por más que quisiera… ¿y con Martina?
Recogí algunas cosas importantes, me coloqué una bufanda para tapar las marcas en mi cuello, y me retiré sin mirar atrás. Coloqué la llave del apartamento y una nota en un sobre y lo envié al despacho de Liam y salí sin rumbo específico. No había vuelta atrás.
Recorrí triste las calles de la ciudad d