Terminé de acomodar mi ropa en “mi habitación” y me retiré hacia la cocina para buscar a Martina. No sabía si debía preguntarle de la conversación de mi padre, u obtener más respuestas de mi vida.
―¿Puedo ayudarte en algo? ―Le dije a Martina.
―Apenas acabas de llegar. Descansa y mañana hablamos mejor…
―No puedo estar de brazos cruzados, necesito mantener mi mente ocupada―dije un poco alterada.
Aunque estaba bien, solo se trataba de una paz momentánea y la ansiedad que nunca me había molestado, se estaba manifestando. Sentía miedo del mañana.
―Entiendo… Termino de cortar unas verduras y me ayudas en la siembra.
―Puedo ir sola… si te parece.
―Solo ve a la siembra… en el establo no hace falta nada.
Martina no tuvo otra opción que aceptar, aunque su rostro parecía preocupado… busqué una cesta y me retiré a la siembra, ignorando a Martina y su negación a dejarme salir sola. Había algunas frutas frescas perfectas para llevarlas a la casa. Tomé algunas y sentí un ruido detrás de mí. Mi coraz