Wendy camina en medio de los grandes y solitarios estantes, asegurándose de que todo esté en orden y sin rastro de polvo. El olor a viejo, a sabiduría, a misterio y a papel que aguarda mundos de diferentes formas la embriaga de un frenesí exquisito.
Ríe consigo misma al sentirse un ser extraño, que percibe en su piel las vibras de los libros. Simplemente los ama. Así que esas murallas de madera gigantes le parecen el portal a un mundo fascinante, y definitivamente es su lugar favorito.
Desde niña ha amado perderse en esa oscuridad sanadora, en las letras diversas que se encuentran aguardadas allí, o simplemente esconderse en la soledad cómoda y agradable cuando necesitaba un escape del mundo real.
Ahora, de adulta, le parece maravilloso que experimenta en la vida real lo que creyó que solo estaría en los libros y en sus sueños. Eso la hace muy feliz.
De forma sutil, acaricia el lomo de los libros mientras inspecciona con pasos lentos, disfrutando la experiencia sin prisa.
De repente,