Liah observa a Wendy dormir y no puede evitar la sonrisa que se le dibuja en los labios. Ella es una criatura hermosa, valiente y muy inteligente. Le fascina su dedicación, lo apasionada que es y cómo va tras lo que quiere por encima de los obstáculos.
La admira tanto...
No obstante, presiente que el peligro la acecha, y lo abruma ni siquiera tener una idea de qué se trata. Eso lo ha mantenido ansioso. Ella, en cambio, luce tan tranquila y ajena al peligro que, por un momento, él teme no poder protegerla.
«¿Qué diablos sucedió ayer?», se pregunta, angustiado de que Wendy vuelva a atentar contra su vida y él no esté allí para salvarla.
Lo peor de todo es que está consciente de que se debe a un evento externo, así que no puede pedirle una explicación que ella no es capaz de darle. ¿Cómo ayudarla si ni siquiera sabe lo que la está molestando?
—¿Liah? —susurra ella al despertarse.
—¿Cómo amaneciste? ¿Te sientes mejor? —interroga, mientras le acaricia la mejilla derecha con dos de sus dedo