En cuatrocientos años.
Daría.
Estábamos hablando de siglos, siglos en los que Sejmet, escapaba del inframundo para tratar de gobernar este plano.
Era molesto que en cada intento muchas personas inocentes murieran; sabía que no se detendría y que en unos siglos lo volvería a intentar.
Pero también sentía que no solo lo había por querer gobernar este plano, él también lo hacía por diversión.
—Eres una maldita—dijo con dificultad, mientras de su boca salía sangre.
—No más que tú —le dije—. Odio que hagas esto por diversión, Sejmet, si lo que tanto deseas es una batalla, solo pídelo, no debes arrastrar a inocente a tu paso.
Él sonrió, tratando de mantenerse en pie, mientras que mis garras aún lo atravesaban.
—No sería tan emocionante—dijo.
—En ese caso debes ser eliminado —presioné mis garras más en su cuerpo, él soltó un alarido lleno de dolor.
—Atenea, qué despiadada eres—dijo antes de convertirse en niebla y desaparecer.
Suspire, pues sabía que una vez más había huido. Él estaba malherido, así que no llegar