Tribu Awá.
Daría.
Dormí como nunca, cuando desperté ya había caído la noche. El clima se había tornado fresco. Al salir de la choza, mis oídos fueron recibidos por los hermosos cantos de las aves y de otros, animales que no lograba reconocer.
Dionisio se encontraba parado en la entrada como quien cuida algo preciado.
—Hola, ama, si logró descansar—me preguntó.
Dionisio era un hombre muy apuesto, su altura estaba entre los uno noventa o quizás los dos metros, su cuerpo muy bien trabajado, su piel morena le daba el toque perfecto y si a eso le sumamos, su cabello largo, lacio y blanco.
De verdad que era un deleite verlo, así como él había muchos en la tribu.
Y yo era una recién llegada, que debía centrarse en lo que había venido, tenía muchas preguntas y una de ellas era saber quién era yo realmente.
—Hola, Dionisio —lo saludé—. Sí, y no sabes cómo les agradezco.
—Estamos para servirle, ama—contestó él.
—Gracias—dije con una sonrisa.
Estaba entretenida hablando con Dionisio, que no había notado qu