Una historia mal contada.
Alexander.
A medida que Abram avanzaba en su relato, muchas cosas fueron tomando sentidos.
Pero antes de llegar a una conclusión, debía escuchar toda la historia.
Pues sabía que había algo que no terminaba de convencerme en la historia de Ares.
—Dos días después fuimos atacados, todo ocurrió muy rápido y extraño, no hubo señal de alarma, todo fue silencioso, además ya era entrada la madrugada y todos dormían—continuó—Los gritos me despertaron, papá y mamá dormían, así que fui corriendo a despertarlos, pero no estábamos preparados para lo que encontraríamos al salir de casa. Las casas ardían en llamas, los gritos de quienes estaban atrapados por ellas eran desgarradores, los atacantes habían tomado ventajas y no había nada que pudiéramos hacer, más que tratar de sobrevivir.
Corrimos hacia el bosque, envueltos en la desesperación. Era frustrante ver cómo tanta gente moría sin poder hacer nada, parecíamos cobardes por huir, pero era lo único que podíamos hacer. Nos escondíamos entre una