KAELAN
El portazo de Ámbar todavía resonaba en los muros, pero lo único que yo veía era a Lau.
De pie, con Lyra pegada a sus piernas, los ojos encendidos y la respiración agitada. Esa mujer… esa loba que decía no estar lista… acababa de mostrarme de qué estaba hecha.
La había visto detener a Ámbar con un gesto tan simple como brutal: atrapando su muñeca, apretando con fuerza y lanzando esas palabras que se grabaron en mi piel como fuego:
—No te atrevas a tocar a mi compañero.
Mi compañero.
Diosa, casi me arrodillo ahí mismo.
King saltaba en mi mente, eufórico, aullando como si acabáramos de ganar una guerra.
«¡¿Lo oíste, Kaelan?! ¡Nuestra hembra nos llamó suyos! ¡SUYOS!»
«Lo escuché, King.»
«Y le apretó la garra a esa víbora hasta que chilló. ¡Nuestra loba es fuego puro! ¡FUEGO!»
Me tuve que contener para no reírme en voz alta, porque Lau estaba temblando todavía. No por miedo, lo sabía. Sino por esa tormenta de emociones que siempre intentaba esconder detrás de su dignidad.
Me acerqu