Mundo ficciónIniciar sesiónEl bosque olía a ceniza y humedad, a guerra terminada y heridas frescas.
Pero yo solo podía sentir un olor.El de ella pero estaba combinado con Cedro.El otro que no era mío.La había visto.
Allí, entre los árboles, con él.Con su compañero.Su verdadera pareja.Y esa imagen me había destrozado el alma.Volví a la cabaña sin saber cómo llegué.
Cada paso me pesaba como si arrastrara mi cuerpo por el fango.Kyros no dejaba de gruñir dentro de mí, furioso, dolido, intentando salir.«¡No la dejes! ¡Ve por ella! ¡Es nuestra!»
—No, Kyros… —susurré con voz ronca—.
Ya no lo es.Él aulló en mi mente, desgarrado.
Y por primera vez, no supe si el rugido era suyo o mío.Necesitaba hablar con alguien.







