Mundo ficciónIniciar sesiónEl bosque se cerraba sobre mí como un túnel de sombras. Cada rama que me rozaba era un latigazo que me devolvía la humillación. Rhydan. Ese Alfa débil. Ese estéril. Ese imbécil que se atrevió a rechazarme delante de sus ancianos.
—¿Quién se cree? —murmuré, con los dientes apretados—. Nadie me deja y sigue respirando. Nadie.
Me interné más. Las raíces se retorcían bajo mis botas. Mi respiración era un rugido. Por fin, entre la bruma, aparecieron ellos: lobos sin honor, renegados. Sombras con ojos amarillos que se movían entre los árboles. Me interceptaron antes de que pudiera dar otro paso.







