Regresé a la mansión de la familia de Jelena, la gente de Gael me entregó la llave de un apartamento superior al que tenía con todo a mi nombre, pero sentía que no podía perder de vista a Jelena. Los empleados metieron mis maletas al advertir movimiento, alzo la vista, leía una revista sobre un sofá, sonrió y la dejó, se levantó y caminó hacia mí, con confianza pero no con la intimidad de antes.
—Volviste—dijo y me abrazó, me dejó un beso en la mejilla. Le besé los labios de forma superficial y me rechazó disimulando.
—¿Cómo estuviste sin mí?
—Bien, ya tengo el vestido de novia.
—¡Oh! Esa noticia me gusta, ya tengo traje y los papeles listos.
Aplaudió y me sonrió.
—Está hecho entonces.
Asentí. La besé en la frente. En mi mente, apestaba a Gael, y me molestaba que eso me molestara como lo hacía porque era la confirmación de que estaba enamorado de ella. Ella me abrazó, hundió la cabeza en mi cuello.
—Qué bellos—dijo Olivia al pie de la escalera.
—Olivia, ¿Cómo estás?—pregunté.
—Bien, fe