Desperté y recordé enseguida donde estaba, ya era de noche, Gael caminaba de un lado a otro de la habitación hablando por teléfono, al verme sonrió y salió al balcón, cerró la puerta que era transparente, comenzó a fumar, no lo había visto fumar más, no había percibido más su olor a cigarro, pero ahí estaba fumando, descalzo, sin camisa, con un pantalón deportivo blanco, el tatuaje de un tigre en su costado derecho y una serpiente debajo de su cuello en la parte posterior me parecieron lindos entonces, los había ignorado porque odiaba los tatuajes, pero Gael se veía muy sexy.
Hablaba sobre un conflicto de entregas y de un pago atrasado de un cliente. No oí más cuando salió. Miré mi teléfono y tenía llamadas perdidas de Eitor, le marqué enseguida.
—¿Dónde estás? —preguntó aburrido.
—¿Por qué quieres saber? ¿Por qué me llamabas?
—Debo salir mañana, quería despedirme.
Cerré los ojos, lo lamenté en serio, pero no podía decirle dónde estaba, con quién y haciendo qué.
—¡No vas a la guerra!