-Buenos días, Rebeca.
Alejandro la recibió con una sonrisa, como si se hubiesen visto la sesión anterior.
Rebeca se sentía inferior a él, de todos modos, estaba molesta.
Quería, necesita que él demuestre que le importaba, aunque sea como paciente.
-Buenos días, Alejandro.
-Sentate, por favor, me dijo Germán que tuviste un percance.
¿Solamente un percance?
Ni siquiera le preguntó cómo se sentía…
Se pregunto, muy molesta Rebeca, no sabía que esa indiferencia, era una táctica.
En realidad, no era indiferencia, pero ella lo tomó de esa manera y de repente quiso tener toda la atención de Alejandro.
- ¿Un percance? ¡Casi me mata!
El psicólogo se dio cuenta de que ella acusó sus palabras, estaba conforme con la reacción de su “paciente”.
-Al parecer no me equivoque cuando te dije que tenías que separarte y por supuesto, también divorciarte.
- ¡Cómo si fuera fácil!
Rebeca estaba mal, Alejandro la estaba haciendo responsable a ella.
-No digo que sea fácil… los divorcios son difíciles, tenés qu