Aaron
Siento aún su calor sobre mí, cada respiración entrecortada pegada a mi piel. Pero nunca es suficiente. Quiero más. Quiero que este fuego arda hasta el final, hasta que ella pierda el control, hasta que entienda que todo aquí me pertenece.
— ¿Crees que puedes descansar ahora? murmuro a la escort, pero mi voz está llena de promesas. La empujo de nuevo contra mí, brutal, salvaje, cada movimiento dictado por la posesión.
Ella gime, jadea, grita mi nombre, y cada sonido es una llama que aviva mi deseo. Siento el sabor de su piel, la suavidad y la resistencia de su cuerpo bajo el mío, y me vuelvo aún más cruel, más rápido, más preciso. Cada gesto está calculado para quemar, para dominar.
— Sí... más... Aaron... te... ruego...
— Eres mía... gruño, presionando mis caderas contra las suyas, mis manos agarrando su cuello, tirando de ella hacia mí, poseyéndola hasta el final.
Sus gritos son una música salvaje en mis oídos. Y mientras me lanzo a una nueva cadencia, más febril, más violenta