FleureSu beso aún arde en mis labios, como una bofetada silenciosa. Pero esta vez, soy yo quien devuelve el golpe. Mi mano se eleva sin que la contenga, golpeando su mejilla con una fuerza que me sorprende a mí misma. El sonido seco resuena en el vestíbulo, como un eco irreversible.Aaron no se mueve, ni un parpadeo. Su mirada negra, fija en mí, es más peligrosa que cualquier respuesta. Siento que mi respiración se acelera, mis dedos tiemblan. Pero no aparto la mirada.– No estaba en el contrato, murmuro con una voz helada. No estoy aquí para sufrir tu ira… ni tus caprichos.Un silencio, espeso, sofocante. Luego esboza una sonrisa lenta, oscura, que casi me da frío. Da un paso adelante, su rostro se inclina sobre el mío, y antes de que yo pueda retroceder, sus labios recuperan los míos. Más fuerte. Más violento. Como un castigo. Como para borrar mi rebeldía.Protesto, mis manos contra su pecho, pero él me retiene por la cintura, implacable. Este beso no tiene nada de tierno. Está he
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