Un giro inesperado (1era. Parte)
Tres días después
New York
Hillary
Es una regla tácita: los cabos sueltos se eliminan. No se negocia con incertidumbres, ni se confía en eslabones débiles. Son amenazas latentes, grietas en la estructura, y cualquiera con medio cerebro sabe que una grieta, por más pequeña que sea, puede derrumbar un imperio si no se sella a tiempo. Es la salida más simple, más limpia, más efectiva para borrar cualquier rastro que pueda conducir a ti.
Pero todo cambia cuando no sabes cuánto sabe ese cabo suelto… o peor aún, qué tiene guardado. Ahí no puedes simplemente lanzar la granada y esperar a que todo desaparezca en humo y cenizas. No. Si te precipitas, podrías detonar una cadena que te arrastre directo al fondo. En ese punto, el silencio no garantiza protección, y la muerte no asegura el olvido.
Por eso, antes de actuar, primero lo estudias. Lo analizas. Lo sigues. Descubres sus debilidades, sus patrones, sus miedos. Averiguas si realmente es un problema o solo una sombra qué crees ver por paran