Charlas, encuentros y más (1era. Parte)
El mismo día
New York
Hillary
La duda es como un gusanito silencioso que se instala sin pedir permiso. No hace ruido al principio. Solo se desliza, se acomoda, y empieza a alimentarse. De inseguridades. De verdades incompletas. De esas pausas incómodas en medio de una conversación que debería fluir sin tropiezos. Se nutre de miradas que se desvían un segundo de más, de silencios que antes no existían, de caricias que ya no llegan.
Pero lo más peligroso no es su presencia… es su efecto. Porque cuando la duda entra, se lleva lo más valioso: el control. Esa certeza tranquila de que todo está en orden, de que la situación está dominada, de que nadie se atrevería a mentirte. Esa sensación desaparece. Y entonces una empieza a observarlo todo. A analizar cada gesto. Cada palabra. Cada movimiento.
Y si eso ya es suficiente para quitarte el sueño, lo peor viene después. El momento en que la duda se vuelve hábil. Disfrazada. Sibilina. Sonríe con cortesía. Se esconde detrás de besos tibios, de f