Ernesto
Despedimos a los novios, quienes se iban directo al avión privado de los Katsaros para pasar diez días en Grecia. Desde lejos veía a mi Ángel. Nosotros nunca lograríamos casarnos. Ahora ella, junto a Eros, lo sabe. Hace una semana cuando Eros intentó hacer el puente para poder sincerarnos, Angélica y yo. Nadina organizó un asado familiar. Estaba listo para hablarles a mis padres al respecto, pero…
Angélica cargaba a Oriana y yo, Ivette. Nuestras sobrinas eran preciosas y estaban a punto de iniciar a dar pasitos. Mamá llegó con un libro, lo dejó a un lado. Nadina se encargaba con Eros de terminar de asar la carne, mientras papá servía los vasos de licor, luego puso música.
Hace unos días comenzamos a tratar de suavizar las amenazas del loco de mi padre biológico con el FBI. Tanto ellos como nosotros lo queríamos ver detrás de las rejas. Por otro lado, mis encuentros con Angélica habían sido tan clandestinos que parecíamos amantes, aprovechábamos cualquier momento para tener se