Eugenia María
Con toda la tensión que estamos viviendo con lo de la amenaza de violación. Estamos paranoicos. ¿Y ahora esto? —volví a mirar la prueba de embarazo—. Debe ser una gran broma de todo lo divino. ¡Me he cuidado! Desde antes de iniciar mi vida sexual, tomé las precauciones para evitar un embarazo a tan temprana edad. ¡Egan no quería un hijo, yo menos!, Tenía dos carreras, en un año terminaré la ingeniería y apenas curso el segundo semestre de hotelería.
Como le iba a decir a Egan: estamos embarazados… No, no, no. Había pasado tres semanas desde la amenaza a las Maldonado. Samuel parecía el jefe de guardaespaldas para su mujer. Se veía tan bello mi primo en eso, aunque no deben de extrañarle a la familia. Sam siempre había sido sobreprotector. Más ahora que la amenaza llegó directo a su novia… Bueno, su mujer.
Terminé de arreglarme. Era martes, hoy el padre Castro no hacía misas, pero sí necesitaba hablar con él. En este momento no sabía qué hacer, los mayores suelen decirnos