Emmanuel
Terminé de revisar la nariz de Ernesto, y por poco, casi llegó a ser una fractura. Samuel hace unos minutos le pidió a Angélica hablar un momento. Desde entonces se encontraban en el balcón intercambiando información simulando algo con los celulares, pero sabíamos que él le estaba tocando el tema de la inclinación sexual de nuestro amigo.
—Emmanuel, con cuidado, me duele.
—Lo sé, viejo, fue en la nariz.
Hace un rato me tocó suturar dos puntos en la ceja a Sam, luego Rubí terminó de hacer la labor de enfermera. Para ser honesto, con pocas enfermeras me había sentido bien trabajando. Me gustaba que se adelantaran a lo que podía pedir y la pequeña caja de pandora parecía leerme el pensamiento.
—Doctor, el sedante está listo. —La miré. No pude ocultar una genuina sonrisa.
—Gracias. —Al mirar de nuevo a Ernesto, él alzaba su ceja—. Cállate.
Sé la razón de su asombro. Sonrió por cortesía, pero la de hace un segundo fue muy espontánea. Había sido agradable su eficiencia, y lo sé, er