Eugenia María
La mirada constante de Liliana era acusatoria. La verdad, no sé qué estaba haciendo, solo quería tranquilidad. Con Santiago no había vuelto a hablar, me besó sin mi consentimiento, eso no lo toleré, le grité que en su vida volviera a tocarme y luego salí corriendo, solo quería distraerme.
La verdad es que, si dolió verlo triste, pero era mejor así, él por su lado, yo por el mío, que haga su vida con quien quiera. Terminé de arreglarme, iba a ir a la clínica a ver a Gaby, luego a asistir a la cena organizada por Blanca, ahí muy seguro lo veré, desde el sábado… A mi regreso, después de esconderme de Emmanuel, no vi las maletas. —Ni la conciencia me hablaba—. Sonó el celular, al mirarlo era la tía Socorro.
—Hola, tía.
—Eugenia. —arrugué la frente—. ¿Podrías venir al despacho, por favor? —mi corazón se aceleró.
—¿Pasa algo?
—¿Debería pasar? Solo tardarás muy poco, lo concerniente a los trámites necesarios de un divorcio. —El pulso se aceleró—. ¿No era ese tu deseo? —¿Habrá v